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((**Es13.225**) Estos trabajos preparatorios absorbieron todo el tiempo asignado a la primera conferencia general. Cuando quedó agotado el orden del día, el Beato rogó al padre Franco que dirigiera la palabra; y éste llamó la atención de los presentes sobre la necesidad de formar la conciencia de los salesianos 1. Por último don Bosco pronunció el siguiente discursito como conclusión. Este es el primer Capítulo General de nuestra Congregación. Además del reglamento que se acaba de leer, no hay todavía normas especiales ni costumbres a seguir. En los detalles iremos adelante como Dios nos dé a entender. Haremos las cosas despacio y con calma, para que este mismo Capítulo pueda después marcar la pauta de los que se celebren en el futuro. Es verdad que resulta muy corto el tiempo que podemos dedicar a este Capítulo; pero hay muchas cosas que ya se practican desde hace muchos años; además, no pretendemos hacer un algo científico, procediendo según reglas y principios sentados de antemano, sino limitarnos a las cosas prácticas, que directamente nos conciernen. Si, por acaso, se dejaran algunos puntos por tratar, no importa; tiempo habrá para volver sobre ellos en otra ocasión. Para nosotros sea todo materia práctica; sin necesidad de servirnos de otros libros para nuestros estudios, háganse éstos sobre el esquema, quitando algún artículo, modificando y añadiendo otros, según convenga. Estúdiense las reglas, los reglamentos de los colegios, las circulares que se enviaron a todas las casas en los anos anteriores, y las deliberaciones ya tomadas en las conferencias generales de los directores, que se tuvieron aquí en Lanzo y en Turín. Lo importante de este Capítulo consiste en que las reglas que hasta ahora han sido sólo orgánicas, resulten prácticas; esto es, estúdiense todos los medios para conseguir que en la práctica se cumplan uniformemente en todas nuestras casas. ((**It13.256**)) Repito que lo más importante de estas reuniones, y diría lo necesario en absoluto, es el secreto estricto, lo mismo con los externos que con los hermanos que no son del Capítulo, hasta tanto que las actas no sean enviadas a Roma para la aprobación; cuidando también de ser precavidos al hablar entre nosotros, cuando otros nos puedan oír. Casi en todas las Congregaciones el secreto es obligatorio, está sancionado con juramento y se hace culpable quien quiera que lo viole. Nosotros no tenemos esto; pero vean todos en ello la mucha importancia que en todas partes se da al mantenimiento del secreto. Tenga cada uno en estos días mucha paciencia al estudiar las diversas materias y también cuando las cosas no procediesen con toda regularidad, por ser éste un Capítulo, para el que no hay todavía reglas preventivas. Pero esperamos que, bendecido por Dios y colocado como lo hemos puesto bajo la protección especial de María Santísima Auxiliadora, traiga a la Congregación copiosas ventajas. En las reuniones plenarias las discusiones partían de las relaciones de las sesiones particulares, presentadas por los relatores de las comisiones. 1 No está anotado en las actas este particular; pero nosotros lo hemos sabido por don José Vespignani, quien, a su vez, lo oyó referir a don Pablo Albera. (**Es13.225**))
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