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Estos trabajos preparatorios absorbieron todo
el tiempo asignado a la primera conferencia
general. Cuando quedó agotado el orden del día, el
Beato rogó al padre Franco que dirigiera la
palabra; y éste llamó la atención de los presentes
sobre la necesidad de formar la conciencia de los
salesianos 1. Por último don Bosco pronunció el
siguiente discursito como conclusión.
Este es el primer Capítulo General de nuestra
Congregación. Además del reglamento que se acaba
de leer, no hay todavía normas especiales ni
costumbres a seguir. En los detalles iremos
adelante como Dios nos dé a entender. Haremos las
cosas despacio y con calma, para que este mismo
Capítulo pueda después marcar la pauta de los que
se celebren en el futuro.
Es verdad que resulta muy corto el tiempo que
podemos dedicar a este Capítulo; pero hay muchas
cosas que ya se practican desde hace muchos años;
además, no pretendemos hacer un algo científico,
procediendo según reglas y principios sentados de
antemano, sino limitarnos a las cosas prácticas,
que directamente nos conciernen. Si, por acaso, se
dejaran algunos puntos por tratar, no importa;
tiempo habrá para volver sobre ellos en otra
ocasión. Para nosotros sea todo materia práctica;
sin necesidad de servirnos de otros libros para
nuestros estudios, háganse éstos sobre el esquema,
quitando algún artículo, modificando y añadiendo
otros, según convenga. Estúdiense las reglas, los
reglamentos de los colegios, las circulares que se
enviaron a todas las casas en los anos anteriores,
y las deliberaciones ya tomadas en las
conferencias generales de los directores, que se
tuvieron aquí en Lanzo y en Turín.
Lo importante de este Capítulo consiste en que
las reglas que hasta ahora han sido sólo
orgánicas, resulten prácticas; esto es, estúdiense
todos los medios para conseguir que en la práctica
se cumplan uniformemente en todas nuestras casas.
((**It13.256**)) Repito
que lo más importante de estas reuniones, y diría
lo necesario en absoluto, es el secreto estricto,
lo mismo con los externos que con los hermanos que
no son del Capítulo, hasta tanto que las actas no
sean enviadas a Roma para la aprobación; cuidando
también de ser precavidos al hablar entre
nosotros, cuando otros nos puedan oír. Casi en
todas las Congregaciones el secreto es
obligatorio, está sancionado con juramento y se
hace culpable quien quiera que lo viole. Nosotros
no tenemos esto; pero vean todos en ello la mucha
importancia que en todas partes se da al
mantenimiento del secreto.
Tenga cada uno en estos días mucha paciencia al
estudiar las diversas materias y también cuando
las cosas no procediesen con toda regularidad, por
ser éste un Capítulo, para el que no hay todavía
reglas preventivas. Pero esperamos que, bendecido
por Dios y colocado como lo hemos puesto bajo la
protección especial de María Santísima
Auxiliadora, traiga a la Congregación copiosas
ventajas.
En las reuniones plenarias las discusiones
partían de las relaciones de las sesiones
particulares, presentadas por los relatores de las
comisiones.
1 No está anotado en las actas este particular;
pero nosotros lo hemos sabido por don José
Vespignani, quien, a su vez, lo oyó referir a don
Pablo Albera.
(**Es13.225**))
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