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si respondían enteramente a sus puntos de vista e
hiciese sus advertencias, donde fuere menester.
Por estos indicios se vislumbra que las bases
acordadas en noviembre del año anterior ya no
contaban nada.
Don Bosco le entregó sus observaciones el
domingo 7 de enero. El 13 hubo otra reunión en la
que, como escribe el secretario, <>, por lo que el Beato escribió al
señor Comendador esta carta.
Excelencia Reverendísima:
Durante los días transcurridos he estudiado la
marcha del estado actual de los Conceptinos y me
he podido convencer de que mi buena voluntad no
puede llegar al fin que V. S. se había prefijado,
de acuerdo con los venerados deseos del Padre
Santo.
Si al llegar a Roma se hubiese ejecutado
inmediatamente el primer proyecto, quizás
hubiéramos encontrado los ánimos mejor preparados.
Ahora existe tal disparidad y contrariedad de
criterios que a mí no me resta por hacer más que
el humilde ofrecimiento del servicio estrictamente
religioso, siempre y cuando esta prestación sea
del soberano agrado.
((**It13.16**)) Don
José Scappini dirá personalmente lo que fuere del
caso. Yo tengo que ir a Albano y a Ariccia para
dos días y estaré de vuelta el próximo jueves.
Siempre satisfecho de poderle servir, etc.
Roma, 15 de enero de 1877.
JUAN BOSCO, Pbro.
Pío IX, a quien don Bosco mismo había informado
de la marcha de las negociaciones, quiso ver esta
carta en una audiencia concedida a monseñor
Fiorani. El Prelado se la presentó. El la tomó, la
leyó y exclamó:
-íPobre don Bosco! Ya es mucho que quiera tomar
la dirección espiritual de los Conceptinos. El
hace todo lo que puede; pero decidle que quiero
hacerle un buen regalo.
Con estas palabras quería hacer comprender el
Papa que don Bosco no ambicionaba el gobierno de
los Conceptinos, sino que se ofrecía a llevar esa
carga por verse obligado a ello.
Se convocó otra entrevista con los Conceptinos
en presencia de monseñor Fiorani y del <>, como ellos lo llamaban. Don
Bosco expuso las disposiciones del Padre Santo,
tal y como se las comunicaba Monseñor, esto es,
que Monseñor mismo se ocuparía de la parte
material y don Bosco de la espiritual. Pero es
singular el hecho de que, aquella misma tarde,
mandara el Papa llamar a monseñor Fiorani y,
entregándole para don Bosco el regalo prometido,
(**Es13.22**))
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