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adelante su escuela. Fue a Mornese para pasar unos
días, pero se puso tan mala que el doctor
Albertotti la dio por desahuciada. La buena
novicia se preparaba resignada a la muerte; pero
suplicaba que la llevasen a don Bosco para recibir
su bendición y asegurarse mejor una santa muerte.
Aunque con graves dificultades, se le concedió lo
que pedía. Llegó como pudo hasta la antesala de
don Bosco. No tuvo tiempo para abrir la boca y
expresar su deseo, porque el Siervo de Dios le
dijo de pronto:
->>Queréis ir al Paraíso? Yo también espero ir,
si la misericordia de Dios me lo concede. Pero vos
tenéis que trabajar todavía mucho.
Al pronunciar muy lentamente estas últimas
palabras, levantó la mano y bendijo a la enferma.
-íEsta vez se equivoca!, pensaba en sus
adentros la pobrecita, creyendo que decía esto por
no estar bien informado de sus condiciones.
Pero la que se equivocaba era ella; comenzó
enseguida a sentirse mejor y en la novena misma
reanudó sus clases.
También tenemos el recuerdo de la visita que
hizo don Bosco a las hermanas de Lanzo, en el
mismo año 1878. Pasó de un lugar a otro de la
casa, diciendo a cada una de las que encontraba
una buena palabra. A la refitolera, por ejemplo:
-íMuy bien! Pero acordaos de que debéis ser
modelo de todas las hermanas que os rodean.
Y a las cocineras:
-íMarta y María! Vosotras sois Martas, pero
también debéis ser Marías. >>Sabéis convertir en
platos del paraíso los platos que preparáis? No se
necesita mucho para ello. Basta santificarlos con
la recta intención, con actos de unión con el
Señor y la Virgen, y haciéndolos lo mejor que
podáis.
A la Directora, que se ruborizaba ante los
seglares, cuando ((**It13.209**)) en
ciertas ocasiones, especialmente en las fiestas,
entraban, incluso en la cocina, en el costurero o
en la ropería de los muchachos, le hizo comprender
que no había motivo alguno para temer y, más
todavía, tenía con ello una bonita ocasión para
hacer el bien, aun cuando no fuera más que con el
sermón del buen ejemplo.
Hemos hablado ya de otras dos visitas en un
capítulo anterior 1. Daba en el hito la Madre
Mazzarello, cuando oía a sus hijas contar los
detalles de estos encuentros, y sacaba esta
conclusión:
1 Véase más atrás, págs. (115 y 116).
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