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a sus hijas. Cuando vio en el recién nacido
Boletín Salesiano 1 publicados los programas de
los dos ((**It13.206**)) nuevos
colegios para niñas de Nizza Monferrato y de
Chieri, exclamó:
-Helo ahí, don Bosco y los salesianos nos
consideran realmente una familia. Todas nuestras
cosas tienen vida y fortuna por don Bosco y por
sus hijos. íAy de nosotras si la soberbia llega a
meternos en la cabeza que podemos algo sin ellos!
Nos convertiríamos en sarmientos separados de la
vid, y nada más.
Repitió el mismo pensamiento a sor Elisa
Roncallo, que se desmayaba de gozo al contarle las
muchas maravillas de su oratorio festivo en
Valdocco.
-Sí, sí, le dijo; todo esto es consolador, muy
consolador. Pero no lo olvidemos; después de Dios,
todo lo debemos a don Bosco y a los hijos tan
valientes y tan santos, que don Bosco nos da para
ser nuestros guías y nuestro apoyo. íPor amor de
Dios! No nos olvidemos nunca de dar gracias a la
Virgen que, no satisfecha con hacernos hijas
suyas, nos ha confiado además a un santo, como don
Bosco.
Un día la Directora de Turín le refirió un
diálogo que había tenido con don Miguel Rúa, que
dirigía aquella comunidad.
-Señor Director, habíale preguntado ella:
>>podemos seguir tomando fruta en el desayuno? Nos
regalan tanta, que la tenemos en abundancia.
->>Qué dice la Regla?, preguntó don Miguel Rúa.
-Que se puede tomar café con leche o fruta.
-íAh!, dice o, y no y...
-Pero hay tanta que se nos estropea. .
-Mejor es que se estropee la fruta que no la
observancia de la Regla. Además, con la fruta
sobrante, >>no se puede socorrer alguna necesidad
y ayudar a alguna muchacha a portarse mejor?
Oído esto, la Madre concluyó:
->>Véis cómo obran los santos? íAy de vosotras
las que tenéis la dicha de vivir en Valdocco, si
no sabéis aprovecharos de las lecciones que
nosotras no tenemos.
Los sentimientos de la Madre, manifestados de
tantas maneras, inspiraban también otros a sus
Hijas: a su devoto afecto a don Bosco debemos el
celoso cuidado en guardar recuerdo de las palabras
dichas por él en sus raras y rápidas visitas. Hizo
una de estas visitas a las Hermanas de Valdocco a
su regreso de Roma y de Francia en 1878. Nunca
había estado fuera de casa ((**It13.207**)) tanto
tiempo, y exteriorizaban
1 Número de septiembre de 1878 (Bollettino
Salesiano).
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