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ejercicios espirituales refirió de viva voz al
Beato Padre todo lo que había podido observar en
las visitas hechas.
Esta fiel docilidad y profunda veneración al
Padre Fundador resalta de mil formas en todas sus
manifestaciones de alguna importancia. Personas,
incluso autorizadas, decían que el hábito de las
Hijas de María Auxiliadora parecía de luto y que
faltaba algo blanco en medio de tanto negro. Se
estudió el asunto en Mornese, se compuso también
un modelo; pero, ante todo, quiso oír la Madre lo
que don Bosco pensaba sobre ello.
((**It13.205**)) En
consecuencia, y por orden suya, sor Catalina
Daghero, resignada a hacer de maniquí, se presentó
al Beato con. el nuevo modo de vestir. Sonrió éste
ante aquella novedad, la contempló un poco y,
después de un rato de silencio, dijo:
-íVaya!... í No está del todo mal...! Podéis
probar. Después de todo sois vosotras las que
tenéis que llevarlo. Haced la prueba.
Fue un gran día para Mornese aquél en que se
habló de enviar las Hijas de María Auxiliadora más
allá de la frontera y allende los mares, a Francia
y a América. Sin embargo, parecía que la prudencia
aconsejase diferirlo, porque las buenas hermanas
carecían todavía mucho de conocimientos y de
experiencia. Pero la Madre dijo:
-Si don Bosco habla así, es que la Virgen le ha
hablado a él; y la Virgen sabe de qué Hijas
dispone para las obras de su divino Hijo.
En Turín, algunas hermanas, que habían estado
en Cúneo para examinarse de magisterio, no
acababan de hacerse lenguas de las finezas con que
las habían tratado las dominicas, en cuya casa se
habían hospedado. La madre, después de haber
dicho: -Aprendamos también nosotras a tratar
siempre así, añadió:
-Pero no olvidemos nunca que si nos tratan tan
bien, es porque somos religiosas e hijas de don
Bosco.
Al dar cuenta a don Bosco de la casa de Biella,
le manifestó la duda de que no se pudiera seguir
allí, porque las hermanas no estaban muy a gusto.
La respuesta fue:
-En las casas de don Bosco nadie está a la
fuerza. Si las hermanas no quieren estar allí,
cámbiense; pero no se cierra la casa.
La Madre no dijo una palabra más. En 1878, al
visitar la casa de Alassio, encontró que el
horario era demasiado pesado, porque las hermanas
tenían que levantarse más pronto e ir a descansar
más tarde. La Madre observó con humildad y respeto
a quien correspondía:
->>Está enterado don Bosco de este horario? Si
don Bosco lo sabe, bien; de lo contrario, procure
cambiarlo.
Su gran reverencia por don Bosco hacía que
mirase con gran bondad
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