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Nuestra Señora de las Gracias. Todos los
habitantes de Nizza recuerdan todavía los tiempos
en que aquel lugar bendito era el convento de unos
santos monjes que, con la austeridad de vida y el
fervor de la asidua oración, imploraban las
bendiciones del cielo sobre el pueblo cristiano.
La iglesia, abierta al culto público y lmente
atendida por los monjes del convento, era un
refugio pacífico de piedad, adonde iban muchos a
consolarse en las angustias de la vida y no pocos
volvían a encontrar el camino de la salvación que
habían perdido. Mas, una vez dispersados los
monjes por los acontecimientos políticos, la
iglesia y el convento se vendieron y se dedicaron
a usos profanos, a almacén de vino.
La profanación del santo lugar causó amargo
pesar al corazón de los fieles, que pedían
unánimemente la reparación a la piedad y muchas
personas devotas lo solicitaban con votos y
plegarias. Fue entonces cuando, animado por
piadosos y distinguidos eclesiásticos y seglares,
me dediqué a la empresa y, de acuerdo con el
Obispo de la Diócesis y con los religiosos y
previa licencia de la Santa Sede, adquirí el
convento y la iglesia y ahora se está haciendo la
restauración para devolverla cuanto antes al culto
divino. La iglesia tendrá sacerdotes, de suerte
que los fieles podrán cumplir en ella sus
devociones y el convento ((**It13.198**)) se
transformará en una casa de educación, que servirá
de ornamento a la ciudad de Nizza y ofrecerá a los
padres un medio fácil para educar a sus hijas en
la ciencia y la piedad. Mas, para llevar acabo
esta empresa, se necesitan grandes gastos, puesto
que el inmueble costó treinta y dos mil liras y
sólo se ha pagado la mitad. Además, para llevar a
efecto las reparaciones, proveer de enseres y
muebles, faltan totalmente los medios
indispensables. Todos saben que el pobre que esto
escribe no se lanzó a la obra más que confiando en
la Providencia del Señor y en la piedad de los que
se interesan por las obras útiles a la religión y
a la sociedad civil.
Además del dinero se acepta toda suerte de
materiales para construcción, muebles, lencería,
madera para construir y para la cocina y
calefacción y cualquier otra cosa que pueda
contribuir al fin mencionado. Mientras se
agradecen los grandes donativos, se reciben
también con gratitud los pequeños, pues el Señor
tiene en buena cuenta lo mismo el óbolo de la
viuda que las grandes limosnas del rico.
Para recibir estos donativos, se ha formado en
Nizza una comisión, constituida por las
caritativas personas del reverendo Bisio, Vicario
de San Juan, el topógrafo Luis Terzani y el señor
Berta.
En Turín, el abajo firmante.
En los pueblos de la diócesis de Acqui se
recomienda humildemente la obra al celo y caridad
de los reverendos señores curas párrocos, a
quienes se ruega tengan la bondad de encaminar y
recibir cualquier donativo y hacerlo llegar al
abajo firmante o bien al reverendo señor Bisio,
por el medio que estimen más oportuno.
Celebro poder asegurar a todos los beneméritos
donantes la bendición apostólica del nuevo
Pontífice reinante, León XIII, el cual, con fecha
23 del pasado febrero, se dignaba de muy buen
grado otorgarla.
Por mi parte, a más de mi sincera e inalterable
gratitud, les aseguro el cordial ofrecimiento de
las oraciones, misas y demás actos religiosos, que
cada día se harán en la iglesia y en el convento
indicados, y así, impetrar copiosas bendiciones
del cielo sobre estos bienhechores.
Con ánimo agradecido tengo el honor de poderme
profesar de V. S.
Turín, marzo de 1878.
seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
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