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Sí, por desgracia tienen razón para ello; y, si
usted fuese testigo ocular, sin duda no se haría
rogar para devolvérnoslo>>.
La gracia de Nuestro Señor Jesucristo esté
siempre con nosotros. Amén.
Vuestra carta, amadísimos socios e hijos
carísimos, me proporcionó la mas grande
satisfacción.
Demostráis que tenéis un buen corazón, y que
todo lo que me escribieron los salesianos y ahora
me cuenta el padre Cagliero de vosotros, es muy
poco comparado con la realidad. La acogida hecha
al padre Cagliero y a sus compañeros, es un hecho
que quedará imborrable en nuestros corazones, y
formará parte de la historia de la Congregación
Salesiana. Sí, queridos cofrades, la historia
recordará a los que vengan después de nosotros
que, a fines del año 1875, un humilde grupo de
misioneros con las manos vacías, movidos
únicamente por el deseo de hacer el bien a sus
semejantes, dejaron Europa y fueron a la República
Argentina. Allí encontraron amigos, cristianos
generosos, los Cofrades de la Misericordia. Estos
los recibieron con bondad ejemplar, les ofrecieron
vivienda, iglesia y pan, les dieron comodidad para
ejercer su sagrado ministerio, y así ser
conocidos, abrir casas y más casas en favor de la
clase más menesterosa de la sociedad civil, los
muchachos abandonados que, de no ser ayudados, se
convierten en azote de la sociedad y, las más de
las veces, acaban en las cárceles.
Este bien, esta gloria se os debe a vosotros,
generosos Cofrades. Ufanaos santamente de ello
ante Dios y ante los hombres. De momento no puede
el padre Cagliero volver a vosotros, como él desea
de todo corazón. Es un hombre providencial y debe
ir a iniciar una misión en la isla de Ceilán y
luego otra en Santo Domingo. Después, Dios
mediante, volverá a vosotros, que. sois sus
primeros amigos de América.
Mientras tanto, el 14 de noviembre próximo
saldrá otro grupo de veinticuatro salesianos,
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irán a reforzar a los que ya trabajan en las casas
y colegios abiertos y también a substituir al alma
querida de don Juan Bautista Baccino, llamado por
Dios a recibir el premio de sus trabajos. Para
hacer las veces de don Juan Cagliero tendréis
celosos operarios: entre otros tendréis a don
Santiago Costamagna, muy conocido por su maestría
musical para el canto y la interpretación, y
especialmente por su oratoria. Está también don
Domingo Milanesio, que hace aquí mucho bien a la
juventud pobre de los oratorios festivos.
Ellos irán, e irán para trabajar a la mayor
gloria de Dios y la salvación de las almas hasta
el último instante de su vida. Pero vosotros,
queridos Cofrades, seguid teniendo con ellos
caridad y benevolencia. Compadeced sus defectos,
aconsejadles bien, prestadles vuestra ayuda, e
imaginad que el pan que les dais, lo entregáis a
este pobre que os escribe y a quien vosotros
llamáis padre, al firmar con el dulce nombre de
hijos.
Las palabras de afecto, de aprecio, de gratitud
y acción de gracias, que os predico, deseo que las
comuniquéis también a vuestros compañeros y a
todos los que de alguna manera favorecen a los
salesianos.
Animo, pues, hijos amadísimos, seguid amando a
la religión en sus ministros, seguid practicando
vuestra santa religión católica que puede hacernos
felices en esta tierra, la única que puede
hacernos eternamente bienaventurados en el cielo.
Si queréis hacerme algo verdaderamente grato,
escribidme más cartas, y rogad por mí que, con
verdadero aprecio y profunda gratitud, soy siempre
en el Señor, vuestro
Turín, 30 de septiembre de 1877.
Afmo. amigo
JUAN BOSCO, Pbro
(**Es13.165**))
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