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Queridísimo señor don Rafael:
Por las muchas cartas recibidas de Montevideo y
de Villa Colón, ya había sido informado de la gran
caridad que usted ha tenido y tiene a sus
conciudadanos y a otros. Pero lo que nos ha
contado don Juan Cagliero supera con mucho a
cuanto la fama nos había hecho saber sobre usted.
Bendito sea Dios; que El recompense generosamente
a usted, a sus hermanos y hermanas lo mucho que
han hecho por Villa Colón, por el colegio Pío.
Deseo darle una pequeña muestra de la inmensa
gratitud que le profeso, y espero hacerlo en la
próxima expedición del mes de noviembre.
Esta expedición proveerá de personal suficiente
a Villa Colón, que es muy escaso para el gran
trabajo que va aumentando a cada paso.
Sean, pues, benditos los hombres de Jesús y de
María que le inspiraron nos ayudara tan
eficazmente con las cartas escritas, las ofertas
hechas y las recomendaciones que nos prodigó.
Si le es posible, tenga la bondad de decir al
señor Obispo que con el próximo correo espero
cumplir una parte de los muchos y graves deberes
que tengo con su venerada persona. Don Juan
Cagliero volverá a Montevideo y a la República
Argentina, pero quizá tenga que ir antes a abrir
una casa en Santo Domingo, cuyo Obispo carece en
absoluto de seminario, sacerdotes y seminaristas.
Dios le bendiga, querido don Rafael, pido a
Dios nos conserve largos años a tan gran
bienhechor y conceda copiosos favores a usted, a
sus hermanos y hermanas.
Recomendándome humildemente a la caridad de sus
santas oraciones, tengo la satisfacción de poderme
suscribir.
De V. S. carísima
Turín, 13 de septiembre, de 1877.
Su
atto. y s. s.
JUAN BOSCO, Pbro.
((**It13.179**)) 3. A
monseñor Jacinto Vera
El Siervo de Dios contesta a una carta que le
había entregado don Juan Cagliero. El Vicario
Apostólico de Montevideo le renovaba su
agradecimiento por el regalo hecho de haber
entregado sus hijos a todos los uruguayos, <>, pero al mismo tiempo hacía votos para
que la ausencia de don Juan Cagliero fuese sólo
temporal y de corta duración.
Excelencia Rvma.:
Varias veces me han escrito el doctor Lasagna y
mis otros religiosos contándome su celo para
iniciar y sostener la casa de Villa Colón, pero
ahora, cuando don Juan Cagliero me ha expuesto
personalmente todo, reconozco que, después de
Dios, se debe a su eficaz protección la fundación
de este instituto.
(**Es13.160**))
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