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a don Bosco la triste noticia y dejó escapar a los
puntos de su pluma una frase, que es el mejor
epitafio del difunto: <>.
Desapareció el gran trabajador y el gran
animador estaba también a punto de dejar a los
hermanos para volver al Padre. Don Bosco le había
escrito el 31 de marzo: <<>>Será posible que
puedas tomar parte en el Capítulo General que debe
comenzar a primeros del próximo septiembre? Habrá
que tratar y resolver cosas muy importantes; por
tanto, mira, observa y dime si fieri potest>>.
Es increíble la confianza y benevolencia que,
en menos de dos años, había sabido captarse don
Juan Cagliero de los hermanos y de toda clase de
personas. Cuando don Bosco, al escribir de tan
lejos, indicó la posibilidad de aquel llamamiento,
el querido don Juan Bautista Baccino le había
contestado: <<>>Nos llama hijos y nos trata con
tanto rigor? Si ya fuésemos mayores, ípaciencia!
Pero somos niños. El Señor alimenta a sus pequeños
con leche y confites; reserva las pruebas para los
ancianos, para que hagan méritos. >>No sabe que
nosotros somos niños y yo el primero? Si nos quita
al jefe, >>qué haremos? Verumtamen, non mea
voluntas sed tua fiat>>. Y en muchas otras cartas,
que guardamos, se ve la aflicción general de los
amigos ((**It13.174**)) y
conocidos, cuando sonó la hora de la separación;
pero el sentimiento de todos aparece en estas
palabras lapidarias de monseñor Vera: <<(Don Juan
Cagliero) ha sabido conquistar las voluntades de
los americanos>> 1. No hay quien, al escribir, no
haga fervientes votos por su seguro y pronto
regreso 2.
Su llegada al Oratorio fue precedida por la
visita de monseñor Pedro Lacerda, el celosísimo
obispo de Río de Janeiro, de quien ya hemos
hablado dos veces en el volumen anterior 3.
<>.
Don Julio Barberis fue a recibirle a la
estación y darle la bienvenida en nombre de don
Bosco. La banda de música le saludó a su entrada
en el Oratorio, donde lo esperaba el Beato. Tres
sucesos memorables perduraron después de su
salida. El primero fue la consulta a algunos
muchachos, de la que se habló en el lugar que
acabamos de citar. Impresionó también una poesía
de Lemoyne en su honor. Monseñor
1 Véase apéndice, doc. n.° 19.
2 Carta a don Bosco, Montevideo, 5 agosto de
1877.
3 Véase volumen XII, pag. 294 y 457.
4 Sacerdote PABLO ALBERA, Monseñor Luis
Lasagna, pag. 162,5 Benigno Canavese, 1900.
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