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((**Es13.155**) deja de tronar muy fuerte... Nunca dice basta... He encontrado a Baccino con buena salud (19 de agosto de 1876), pero muy cansado... No se comprende cómo pueda hacer tanto... Don Juan Bautista Baccino trabaja por cuatro y sale siempre bien parado en todo>>. >>Dónde había encontrado don Bosco un siervo tan bueno y tan fiel al amo celeste? Tenía unos veintitrés años de edad cuando una vaga aspiración de vida más perfecta se apoderó de su corazón. Oyó decir entonces que en el Oratorio de Turín se admitían jóvenes mayores, que deseasen estudiar para hacerse sacerdotes. Una voz interior le decía que aquél era su lugar. Temió que su pobreza le iba a cerrar la puerta; pero no fue así. Dejó, pues, los trabajos del campo, se despidió de su pueblo, Giusvalla, e ingresó en el Oratorio. Frente a las primeras dificultades, le asaltó otro temor: el de no poder seguir los estudios, reanudados después de tantos años. Pero la constancia lo sostuvo de tal forma en aquel ambiente, donde don Bosco alentaba al bien, que en dos años aprendió el latín necesario para ser clérigo y estudiar filosofía. Durante los primeros tres años de teología dio clase del grado elemental superior en Lanzo; su enseñanza era eficaz por su claridad de ideas y su facilidad para comunicarlas. Cuando murió, eran muchos los clérigos que bendecían su recuerdo, por haber sido encaminados por él en Lanzo hacia el santuario. Próximo a recibir las órdenes sagradas, fue enviado a Varazze, para poder recibirlas más fácilmente. Las primeras noticias de América le entusiasmaron de tal suerte que fue uno de los más ardientes en pedir ir allí. El beato don Bosco, que conocía su temple, se lo concedió el año mismo de su ordenación sacerdotal, poniéndolo entre los diez de la primera expedición. Quien le contempla en la fotografía del grupo, lo encuentra de pie, entre don Bosco y el señor Gazzolo, y descubre ((**It13.173**)) en su rostro aquella expresión de energía y de bondad, que hará del humilde hijo del campo un dignísimo ministro del Evangelio. Mas, por desgracia, su ministerio fue de corta duración, aunque dejaran un imperecedero recuerdo y ejemplo sus virtudes sacerdotales. El domingo 10 de junio de 1877 dirigió todavía la grandiosa procesión del Corpus Christi, y se cansó muchísimo. Hacia el mediodía del día 13, cuando regresaba de la visita a un enfermo, sintió la imperiosa necesidad de acostarse y descansar. Dormía en una pobre celda, escasa de aire y luz, bajo el campanario de la iglesia. Allí le acometió un cólico tan violento, que los cuidados médicos sólo valieron para proporcionarle la calma suficiente para recibir los últimos auxilios de la religión, y después, casi al momento, expirar. Don Juan Cagliero comunicó (**Es13.155**))
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