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((**Es13.154**) confesarse con él, y él no se mueve, si no es para ir a celebrar; después de la misa, ((**It13.171**)) al ver todavía su confesonario atestado de gente, vuelve a encerrarse en él y allí está hasta que no queda ninguno, a saber, hasta eso de la una de la tarde. >>... Los salesianos no tenían entonces cocina en casa, por lo que se hacían llevar la comida de la fonda. Va don Juan Bautista Baccino a tomar un poco de alimento, y he aquí que le anuncian que una familia, llegada poco antes desde lejos para hacer sus devociones, pide confesarse y recibir la comunión. Al enterarse de que aquellos pobrecitos han hecho seis horas de viaje a caballo y cuatro en ferrocarril y que deben apresurarse para volver, deja la comida y va a atenderlos. Acaba después de engullir la comida fría, y ya es preciso ir a cantar las vísperas y predicar. Habla durante casi una hora a un auditorio muy numeroso y da la bendición; después, una fila interminable de gente desfila ante él: uno pide que le bendiga, éste le requiere para bendecir un matrimonio o administrar un bautismo, aquél le implora un consejo. Mientras tanto, vienen a decirle que dos enfermos graves lo esperan; él corre adonde el uno y vuela hasta el otro. Finalmente, a la diez de la noche, puede cenar un poco e ir a descansar. Pero el sermón de la tarde dio su fruto; a las cuatro de la mañana se apiñan ya los penitentes alrededor de su confesonario>>. Decía el relator que aquélla era su vida poco más o menos, todos los domingos y también casi toda la semana. Especialmente si se trataba de enfermos, el más llamado era siempre don Juan Bautista Baccino. íY qué espectáculo cuando salía de la habitación de un enfermo! Un tropel de muchachos le aguardaba en los zaguanes y en las calles y él les hacía preguntas, los catequizaba, los bendecía y los invitaba a ir al oratorio. -íQué buenos curas!, exclamaban muchos. íDios nos los conserve! Don José Vespignani, que le sucedió unos meses después de su muerte, se conmovió al ver el afecto que la juventud conservaba a don Juan Bautista Baccino. Las autoridades eclesiásticas escribieron a don Bosco ensalzando su celo; pero quien mejor que nadie podía juzgar su actuación era su superior don Juan Cagliero. He aquí algunas expresiones entresacadas de su correspondencia con don Bosco: <((**It13.172**)) muy bien... Actúa en todo y por todo como pastor bonus con los italianos de Buenos Aires... Don Juan Bautista Baccino agrada muchísimo en los sermones por su sencillez, aun cuando a veces no (**Es13.154**))
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