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((**Es13.135**) él al Padre Santo Pío IX, aquel día, en que la Iglesia festejaba al Príncipe de los Apóstoles. Se interpretaron dos himnos sobre letra de Lemoyne con el correspondiente intervalo: uno por los aprendices, con música del romántico De Vecchi; el otro por los estudiantes, con música de Dogliani. Se leyeron composiciones literarias en italiano, francés, español, inglés, polaco, latín, griego y piamontés, en prosa y en verso. El indispensable Gastini, el gracioso del Oratorio, ejecutó la parte alegre en medio de la hilaridad general. Como era lógico, se habló mucho de las misiones, de las Pampas y de la Patagonia. Los nombres de don Bosco, de monseñor Aneyros y de monseñor Ceccarelli resonaron en todas las lenguas y en todos los tonos. Cuando acabaron las declamaciones y enmudecieron los cantos, don Bosco pidió permiso al Arzobispo y cerró el entretenimiento con estas palabras. Se hace ya tarde y no es posible seguir; pero el señor Arzobispo de Buenos Aires, monseñor Aneyros, y los demás benévolos señores, a quienes doy las gracias de todo corazón por haber querido honrarnos, tendrán todavía la satisfacción de asistir a las declamaciones que seguirán mañana por la tarde. Sin embargo, agradezco de todo corazón a los que compusieron música, poesías y prosas, o que de cualquier manera exteriorizaron y exteriorizarán sus afectos en esta ocasión. Yo pensaba escurrir el bulto y que sucediese lo del refrán: rogar al santo hasta pasar el tranco, y que ya nadie pensase en san Juan; pero estoy viendo que, por el contrario, habéis tomado la cuestión con más empeño y que si entonces no hicisteis la fiesta, queréis hacerla al menos ahora. Os aseguro que esto me agrada mucho. Doy las gracias también a todos los que tuvieron la bondad de acompañarnos durante esta hermosa velada, y a todos los que ofrecieron donativos y escribieron cartas desde lejos. Sé también que habéis rezado mucho por mí durante mi ausencia, y vuestras oraciones no quedaron sin efecto. Por ahora no puede saberse el fruto que han obtenido, puesto que el asunto, por el que me encomendaba a vuestras oraciones, no está todavía resuelto. Os agradezco mucho lo que habéis hecho y os ruego que sigáis. También monseñor Aneyros os pediría el favor de que todos los que comulguen mañana por la mañana lo hagan según su intención. A lo largo de todo el día de mañana habrá mucha alegría. A las diez ((**It13.149**)) habrá misa cantada con orquesta; por la tarde vísperas, también cantadas, y monseñor Ceccarelli os predicará una bonita plática. Os aseguro que también en la cocina habrá vuestra parte. Baste decir que tenemos seguramente el mejor cocinero de Turín; y además, cuando se ve salir de la bodega esas hermosas botellas, ciertamente se excita el apetito. Se hará de modo que, por la tarde, los músicos en vez de cantar festina tendrán que cantar festona... 1 1 Juega don Bosco con las palabras: festina (date prisa, en latín de vísperas y pequeño banquete, en italiano) y festona (gran fiesta). (N. del T.) (**Es13.135**))
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