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CAPITULO V
JUBILEO EPISCOPAL DE PIO IX Y VISITA
DEL
ARZOBISPO DE BUENOS AIRES A DON
BOSCO
CUANTO más se acercaba a su fin la vida mortal de
Pío IX, tanto más crecía en los fieles el amor a
su persona. Diéronse solemnes pruebas de ello en
1877, con motivo de su jubileo episcopal. Puede
afirmarse que todo el mundo católico, por medio de
representantes, peregrinó aquel año al Vaticano,
desafiando las iras de los sectarios mundiales y
de los políticos.
Singularmente durante el mes de junio hubo
verdaderas legiones de creyentes que acudieron a
postrarse a los pies del venerable anciano. Con
los donativos enviados al Papa, desde todos los
rincones de la tierra, se formó una grandiosa
exposición, cuyo valor se calculó en diez
millones. El óbolo de San Pedro recogido en
aquella ocasión alcanzó los dieciséis millones y
medio. Nunca hasta entonces había recibido un Papa
tantas demostraciones de afecto.
Este plebiscito mundial de devoción al Vicario
de Jesucristo henchía de júbilo el corazón de don
Bosco, tan lleno de veneración por el Sumo
Pontífice y tan vibrante de agradecimiento a la
persona de Pío IX. Determinó, pues, enviar a Roma,
como representantes de la Congregación y
portadores de un Album, al Director del Oratorio y
al Maestro de los novicios.
->>Qué dirías tú, preguntó bonachonamente un
día a don Miguel Rúa en presencia de otros varios
sacerdotes y señalando ((**It13.129**)) con la
mano a don José Lazzero y a don Julio Barberis, si
enviara a este par de ratatùi? 1.
Don Miguel Rúa asintió a ello y los demás
aplaudieron.
En seguida se comenzó a preparar el Album, que
resultó a medida del deseo. Quedó cerrado con una
elegante encuadernación, que llevaba en la portada
esta inscripción en una lámina de oro:
1 Ratatùi es una palabra piamontesa que
significa <>. Crónica de don Julio
Barberis, 4 de abril de 1877. En ciertas ocasiones
solía don Bosco tratar a sus hombres como los
había tratado cuando eran muchachos.
(**Es13.118**))
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