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Bosco a aquellos señores, vengan a ver mi casa y
busquen en ella el lugar que más les convenga para
comenzar su empresa.
Encontraron que una habitación, junto a la
margen del río y un jardincito contiguo, podían
servir por el momento y le rogaron que fijase el
precio del arriendo.
-No se trata de arrendamientos, contestó el
Beato; hagan ustedes el bien y a mí me basta, no
hace falta más.
Así, el 19 de marzo, fiesta de san José,
monseñor Sola inauguró, en el local prestado por
don Bosco, el círculo católico obrero, con la
celebración de una misa y comida para los primeros
socios. Pero era evidente que dos obras tan
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diferentes no podían desarrollarse juntas; por lo
que, seis meses después, la junta directiva del
círculo trasladó su sede a la quinta Pauliani. Las
personas que intervinieron en el asunto le
profesaron siempre mucha gratitud por la
generosidad con que había favorecido los
principios de la obra.
Cuando don Bosco volvió al Oratorio iba con la
voz algo enronquecida y tenía alguna dificultad
para aguantar la conversación, por efecto de los
desarreglos bronquiales sufridos. Por eso, hasta
el 10 de abril, después de las oraciones de la
noche, no pudo dirigir la palabra a toda la
comunidad reunida.
Hace ya mucho tiempo que no nos hemos visto,
pero, como dice el refrán, el corazón está allí
donde tiene su tesoro; así que yo, mientras estaba
en Niza y en Marsella, siempre pensaba en mis
queridos muchachos; cuando yo me entretenía con
aquéllos, iba haciéndome mis ilusiones. Miraba a
uno y me figuraba, como en sueños, que era
fulanito de aquí del Oratorio; observaba a otro y
me parecía que era menganito, a quien había dejado
en el Oratorio; pero después cuando yo les hablaba
todos contestaban en francés oui, oui, oui, y
entonces me daba cuenta de que no estaba en el
Oratorio.
En cuanto al aprecio que todos os tienen por
allá, no se puede decir más. Si uno de nuestros
aprendices, aun cuando fuese principiante en el
oficio, fuera allí le ofrecerían un buen sueldo.
Es tan grande este aprecio que alguien me propuso
que enviara a Niza algunos estudiantes del
Oratorio, ofreciéndose a pagar todos los gastos
del viaje, dispuestos a costearles todos los
estudios, únicamente para que fuesen, como ellos
dicen, a santificar aquellos lugares y hacer
santos a los del Patronato de Niza y de otras
ciudades. Ellos creen que cada uno de vosotros es
un san Luis; pero si viniesen aquí y os vieran,
íay de mí!, vuestra santidad podría deshacerse
como el humo. Me preguntaban:
->>Es verdad que todos son semejantes a san
Luis?
Y yo les respondía:
-Sin duda que hay unos que sí y otros que no;
pero propiamente malos no los hay.
Ellos insistían en su pregunta, pero yo,
temiendo que después me hicieseis alguna trastada,
nadaba y guardaba la ropa. Les dije que, si tanto
quiero que estéis todos muy unidos, es para que
unos sirváis de ejemplo a los otros; que yo y los
muchachos
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