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((**Es13.114**) Bosco a aquellos señores, vengan a ver mi casa y busquen en ella el lugar que más les convenga para comenzar su empresa. Encontraron que una habitación, junto a la margen del río y un jardincito contiguo, podían servir por el momento y le rogaron que fijase el precio del arriendo. -No se trata de arrendamientos, contestó el Beato; hagan ustedes el bien y a mí me basta, no hace falta más. Así, el 19 de marzo, fiesta de san José, monseñor Sola inauguró, en el local prestado por don Bosco, el círculo católico obrero, con la celebración de una misa y comida para los primeros socios. Pero era evidente que dos obras tan ((**It13.124**)) diferentes no podían desarrollarse juntas; por lo que, seis meses después, la junta directiva del círculo trasladó su sede a la quinta Pauliani. Las personas que intervinieron en el asunto le profesaron siempre mucha gratitud por la generosidad con que había favorecido los principios de la obra. Cuando don Bosco volvió al Oratorio iba con la voz algo enronquecida y tenía alguna dificultad para aguantar la conversación, por efecto de los desarreglos bronquiales sufridos. Por eso, hasta el 10 de abril, después de las oraciones de la noche, no pudo dirigir la palabra a toda la comunidad reunida. Hace ya mucho tiempo que no nos hemos visto, pero, como dice el refrán, el corazón está allí donde tiene su tesoro; así que yo, mientras estaba en Niza y en Marsella, siempre pensaba en mis queridos muchachos; cuando yo me entretenía con aquéllos, iba haciéndome mis ilusiones. Miraba a uno y me figuraba, como en sueños, que era fulanito de aquí del Oratorio; observaba a otro y me parecía que era menganito, a quien había dejado en el Oratorio; pero después cuando yo les hablaba todos contestaban en francés oui, oui, oui, y entonces me daba cuenta de que no estaba en el Oratorio. En cuanto al aprecio que todos os tienen por allá, no se puede decir más. Si uno de nuestros aprendices, aun cuando fuese principiante en el oficio, fuera allí le ofrecerían un buen sueldo. Es tan grande este aprecio que alguien me propuso que enviara a Niza algunos estudiantes del Oratorio, ofreciéndose a pagar todos los gastos del viaje, dispuestos a costearles todos los estudios, únicamente para que fuesen, como ellos dicen, a santificar aquellos lugares y hacer santos a los del Patronato de Niza y de otras ciudades. Ellos creen que cada uno de vosotros es un san Luis; pero si viniesen aquí y os vieran, íay de mí!, vuestra santidad podría deshacerse como el humo. Me preguntaban: ->>Es verdad que todos son semejantes a san Luis? Y yo les respondía: -Sin duda que hay unos que sí y otros que no; pero propiamente malos no los hay. Ellos insistían en su pregunta, pero yo, temiendo que después me hicieseis alguna trastada, nadaba y guardaba la ropa. Les dije que, si tanto quiero que estéis todos muy unidos, es para que unos sirváis de ejemplo a los otros; que yo y los muchachos (**Es13.114**))
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