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contra el párroco de la Abadía, iglesia matriz.
Este, por estar vacante la parroquia de Bertulla,
alegaba ciertos derechos sobre la iglesia
parroquial, que aquella gente no quería reconocer;
y así pretendía que fueran a la Abadía para
bautizos, matrimonios y oír misa. Monseñor
Gastaldi daba la razón al párroco; por lo cual la
población irritada, trataba de llamar a un pastor
valdense y pasarse al protestantismo.
Enterado de ello don Bosco, se informó de la
cuestión, y mirando más al bien de las almas que a
las disensiones con el Arzobispo, se presentó a
él, y le mostró cómo, en virtud de antiguos
derechos, la razón estaba de parte de los de
Bertulla. Monseñor Gastaldi se convenció, abandonó
la causa del párroco y volvió a poner las cosas en
su sitio. El pueblo, satisfecho, depuso la idea de
abandonar la Iglesia Católica y recibió al nuevo
párroco con grandes fiestas. Todavía en el año
1902, cuando el párroco de Bertulla contaba el
hecho a don Juan Bautista Francesia, decía aquella
buena gente:
-Si aún somos católicos, se lo debemos a don
Bosco.
El día 28 se encontraba don Bosco entre la
correspondencia una petición de ingreso en la
Congregación y contestaba enseguida:
((**It13.122**)) Muy
querido en el Señor:
Llego en este momento a casa, después de una
larga vuelta de visita a las casas del litoral.
Contestaré enseguida a su apreciada carta. No
puedo desear mejor ofrecimiento que el de venir a
reforzar las filas salesianas, a las que hoy más
que nunca se presenta abundosa mies. Venga, pues,
con el sacerdote amigo. Hablaremos con palabras y
afecto paterno y creo que nos pondremos de acuerdo
en todo. En estos días, o mejor dicho, durante
toda esta semana, no me alejaré de casa. Hasta
vernos. Dios nos bendiga a todos y ruegue por este
pobrecito que se profesa en Jesucristo.
Turín, 28-3-77.
Su afmo. amigo
JUAN BOSCO, Pbro.
Desde Turín volvió el Beato a escribir a don
José Ronchail una carta, en la que desfilan de
nuevo ante nosotros las personas y las cosas de
Niza, aureoladas con aquella atmósfera de caridad
activa que el Siervo de Dios ponía en todas sus
relaciones domésticas y sociales.
Queridísimo Ronchail:
1.° Te envió el exposé de quo. He estado
atareadísimo y retrasé mi vuelta a Turín; estuve
un poco indispuesto; ésta es la razón por la que
no he sido diligente. Ahora
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