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a recibir a los misioneros, volteaban las dos
campanas de la iglesia para avisar a los fieles.
-Para nosotros, solía contar monseñor Alberti,
niño entonces de nueve o diez años, parecía que
tocaban anunciando nuestra agonía.
((**It12.100**)) Pues
bien, >>qué sucédio? Algunos de los más tunantes
se reunieron y acordaron desatar las cuerdas de
las campanas. Subieron al campanario y,
aprovechando un momento de descanso de los
compañeros, desataron las cuerdas, que cayeron al
suelo sin que nadie diese con la causa. Iban
llegando mientras tanto los misioneros, extrañados
de no ver muchachos por el camino, ni en la
iglesia. Los muchachos estaban allí, pero estaban
escondidos detrás de la gente o acurrucados por
los rincones. Por fin, don Juan Cagliero descubrió
algunos y los llamó amablemente; los tomó de la
mano, les regaló medallas y los trató con tanto
cariño que ellos, y uno era el pequeño Alberti,
dijeron entusiasmados a los socios de la Cofradía:
-íEstos sí que son buenos y nos quieren!
Con esto quedó inaugurado el Oratorio festivo.
Un oratorio, donde el heroico don Juan Baccino
realizaba milagros de caridad y de celo, no sólo
con los chiquillos, sino también con los
mozalbetes obreros, y preparando las primeras
vocaciones de coadjutores y clérigos. Se cuentan
entre ellos, además del mismo monseñor Francisco
Alberti, el óptimo párroco Angel Brasesco, el
actual Director de los Cooperadores Salesianos
monseñor Carranza y el Obispo de San Juan de Cuyo,
monseñor José A. Orzali.
Hay también una Hija de María Auxiliadora,
argentina, sor Emilia Mathis, que guarda vivos
recuerdos de aquellos días. Tenía diez años cuando
vio llegar a los primeros misioneros y era alumna
de la escuela nacional. Ahora, después de asistir
al imponente cortejo, mucho más solemne, en honor
de don Bosco beatificado, sintió la imperiosa
necesidad de desahogar los sentimientos de su
corazón y, repasando aquellos lejanos recuerdos,
escribió al Rector Mayor don Felipe Rinaldi en
estos términos: <((**It12.101**)) ellos
los que sembraron y cultivaron en algunas de
nosotras el germen de la vocación hasta hacernos
llegar a ser humildes Hijas de María Auxiliadora y
de don Bosco.
>>-íQué buenos son estos Padres! Nos decíamos
unas a otras íQué(**Es12.93**))
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