((**Es12.89**)((**It12.95**))
CAPITULO IV
FUNDACION DE LOS SALESIANOS EN
ARGENTINA
LOS misioneros arribaron a Buenos Aires el 14 de
diciembre de 1875. Del barco a la casa de su
residencia provisional recibieron pruebas
continuas de que en la Capital argentina eran
ansiosamente esperados.
Cuando el barco hacía su entrada en el puerto,
oyeron de improviso una fragorosa detonación,
semejante a la de una descarga de artillería, que
los alarmó, porque imaginaron una tétrica amenaza;
pero el susto momentáneo se convirtió en gozo, tan
pronto como conocieron la verdadera causa del
estallido.
-No teman, fue a decirles el capitán; es el
saludo que tributan a los Misioneros Salesianos.
Apenas echaron las anclas, acercóse al barco un
vaporcito, del que salió un sacerdote, que tomó la
escalerilla y subió rápidamente a bordo. Era el
padre Ceccarelli, que había acudido a recibir a
los Salesianos para acompañarlos a la ciudad. El
ansia recíproca de conocerse personalmente hizo
que <> 1 se
intercambiaran toda clase de saludos. Y con él
fueron a toda velocidad hasta el muelle.
Allí los esperaban doscientos italianos,
algunos de los cuales eran antiguos alumnos del
Oratorio de Turín. Los aplausos y los gritos
resonaron hasta muy lejos durante largo rato.
Mientras recorrían en coche las calles, muchas
personas se paraban y les saludaban con respeto.
((**It12.96**)) Al
llegar a su residencia provisional 2 tuvieron la
agradable sorpresa de encontrarse en ella con el
arzobispo monseñor Federico Aneyros, que los
aguardaba con impaciencia para darles la
bienvenida. El digno prelado los recibió con todo
cariño, los abrazó uno a uno y
1 Son unos versos de Dante en la Divina
Comedia, (Purg. VIII-55).
2 <> o <>, calle 25 de mayo, fue el lugar
preparado para su alojamiento, merced a las
atenciones del señor Arzobispo, el señor Benítez y
el padre Ceccarelli (Monseñor Fagnano, de Raúl A.
Entraigas, pág. 59. N. del T.)(**Es12.89**))
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