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((**Es12.86**) Y, por las respuestas que dé, se sacarán las normas a seguir. Creedme, puedo parecer exagerado; pero es mi opinión que tal vez el cincuenta por ciento de los muchachos, cuando vienen a nuestros colegios, necesitan hacer la confesión general. Y para conseguir que se hagan bien las cosas, hay que tener caridad, y más caridad, y muchísima caridad. Es preciso saber sacar, diría, a la fuerza, lo que no querrían decir. Una cosa más. Cada director debe propagar en su propia casa, hasta donde sea posible, las suscripciones a la Biblioteca (de los Clásicos) y especialmente a las Lecturas Católicas. Es verdad que esto debía haberse hecho a principios del curso, cuando los muchachos tenían dinero; pero sirva el aviso para otros años, y eso no impide que se propaguen y se recomienden también ahora lo más posible. Acabada esta magnífica conferencia, se entabló una conversación muy familiar, en la que aparecieron de nuevo algunos asuntos discutidos en las sesiones ordinarias; los presentes aprovecharon la ocasión para preguntar al Beato sobre diversos temas. ((**It12.92**)) Así, por ejemplo, se volvió a hablar de entregar a cada hermano un ejemplar de cada número de las Lecturas Católicas y de la Biblioteca de la juventud italiana. No se actuaba por igual en todos los colegios; en unos se entregaban estos libros a todos los profesos; en otros, sólo a los profesores, en algunos se daban los fascículos de la Biblioteca a los profesores, y a los maestros los de las Lecturas. Resultaba desagradable oír a hermanos, que, al cambiar de casa, hacían comparaciones odiosas, diciendo: -Aquí se hace así; donde estaba antes se hacía asá. Surgía fácilmente la sospecha de que los directores actuaban muy arbitrariamente. >>Cómo regularse? Suprimir sin más la costumbre del reparto general, pareció una medida draconiana; dar los libritos a todos los Salesianos era una medida que, con el continuo aumento de los colegios, reportaría un gasto excesivo para la Congregación; dar a los profesores la Biblioteca y a los maestros las Lecturas chocaba con el inconveniente de que, siendo en algunos colegios los suscriptores a la Biblioteca más numerosos en las clases elementales que en las secundarias, los maestros no tendrían conocimiento de aquellas publicaciones, y por consiguiente, no las podrían recomendar. Se pidió a don Bosco su parecer. Don Bosco, en realidad, simpatizaba con la idea de la máxima difusión; sin embargo, guiándose por su espíritu práctico, propuso una solución por grados: 1.° Donde se había introducido la costumbre de dar los libros al personal docente, podía seguirse la costumbre; pero se tuviese el cuidado de marcar cada libro con el sello del colegio o(**Es12.86**))
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