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generales de los años anteriores, para juntarlas
todas e imprimirlas. El Beato dio su aprobación;
sólo pidió que, antes de pasarlas a la imprenta,
se las presentaran a él, porque deseaba eliminar
alguna expresión dura, ya advertida.
-Mientras sea posible, dijo, evítense siempre
los choques y váyase adelante poquito a poco.
Después comenzó a hablar así:
Voy a decir ahora dos cosas, que me había
propuesto deciros antes de que cada uno se vaya
para su propio colegio; y, después, ya me diréis
lo que se acordó en las conferencias de los días
pasados y me sugeriréis lo que os parece se debe
hacer para mayor gloria de Dios y bien de la
Congregación.
Lo primero que deseo advertiros es esto.
Dispongan los Directores que, cuando yo voy a
visitar las casas, pueda hablar con todos los
miembros de las mismas, esto es, con todos los
hermanos de nuestra Congregación: que no quede
uno, con quien yo no pueda hablar. Facilíteseles
el conversar con don Bosco, anúnciese previamente
mi llegada y el deseo que tengo de hablar con
todos. Por consiguiente, comuníquense a los
hermanos las horas que se fijan para la audiencia
y se exhorte en general a que, quien tuviese algo
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especial que decirme se prepare para manifestar
libremente todo su corazón. Mi fin principal en
estas visitas es quitar la animosidad, que algunos
pudieran tener con el Director. En estas
circunstancias hablan conmigo de buena gana,
descubren sinceramente su corazón y yo puedo
arreglarlo todo en paz. El Director, por su parte,
quitará las causas que puedan haber producido
estos descontentos, y así quedará restablecido el
orden de la caridad.
Ocurre a menudo que alguno cree que el Director
le mira con malos ojos y supone que el Superior
tiene algún no sé qué contra él, mientras que el
Director no tiene nada en absoluto en su contra,
ni sospecha siquiera que el hermano tenga este
prejuicio. Semejante aversión, aunque a menudo no
manifestada, dura meses y meses. Ahora bien,
cuando yo voy de visita, si estos tales no tienen
oportunidad para hablarme, creen que el Director
ha dispuesto así las cosas y se entristecen
todavía más. En algunos colegios me sucedió que,
varias veces seguidas, no pude, por diversas
causas, hablar con alguno, el cual me escribió
después cartas realmente dignas de compasión, que
casi sobrepasaban los límites de la violencia,
cuando todo había sucedido impensadamente.
En la situación en que se encuentran nuestros
colegios, toda la vida de los socios está
personificada en el Superior. Diría que una sola
mirada suya, puede consolarlos o entristecerlos;
es preciso, por tanto, que cada uno de vosotros se
esfuerce por ser afabilísimo con todos y dar
pruebas a cada uno de especial afecto.
Para que mis visitas resulten más provechosas,
bueno será que se me dé una nota de los hermanos
que hay en casa, para que yo sepa a quién vi, y a
quién no vi todavía. Es más, será mayor el
provecho, si cada nombre de esta nota lleva su
apostilla. Por ejemplo: convendría que a fulano le
hablase de esto o de aquello; éste necesita una
palabra de aliento sobre tal punto; a éste hay que
frenarlo respecto a tal cosa, o amonestarlo por
tal defecto. Yo procuraré proceder con prudencia y
cumplir los deseos del Director, de modo que el
hermano no se dé cuenta de ello, y sirviéndome del
aviso sólo cuando yo juzgue que será para mayor
gloria de Dios. De este modo las visitas
resultarán verdaderamente provechosas.(**Es12.81**))
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