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todas partes, y podría, ahora mismo, exponéroslas
una a una o, por lo menos, mencionároslas; mas,
por ahora, pienso que no debo hablaros de ello. Si
alguno me recuerda estas palabras el año próximo,
podré haceros ver las grandes cosas que el Señor
se ha dignado iniciar este año y especialmente
una, que os llenará de estupor. Dios ha comenzado
y continuará sus obras, en las que todos tendréis
parte. Estas conciernen al estado floreciente de
la Congregación; y ellas, cuendo yo me encuentre
en la eternidad, traerán relevantes consecuencias
para la salvación de las almas y la gloria de
Dios, ayudarán al bien universal de la Iglesia,
serán ocasión de gloria (sí, dejad que diga esta
palabra) para nuestra Congregación. Y en verdad,
las maravillas, para cuya consecución quiere el
Señor valerse de nosotros, los pobres Salesianos,
son grandes. Vosotros mismos os maravillaréis y
quedaréis atónitos al ver cómo habéis podido hacer
todo esto ante los ojos del universo y para el
bien de la sociedad humana.
El Señor fue quien comenzó las cosas. El quien
las puso en marcha y las dio el incremento que
tienen ahora; El las sostendrá al correr de los
años, El las llevará a término. Dios está
dispuesto a hacer todas estas grandes cosas, que
contribuirán al maravilloso aumento de los socios.
Una sola cosa nos pide, y es que no nos hagamos
indignos de la bondad y misericordia que nos
tiene. Mientras correspondamos a sus gracias con
el trabajo, con la moralidad y el buen ejemplo, el
Señor se servirá de nosotros y vosotros os
asombraréis de que se haya podido hacer y de que
podáis hacer tanto; pues, si se procede con el
espíritu de dulzura y de laboriosidad de san
Francisco de Sales, el mundo debe rendirse y de
ahí vendrá la gloria de Dios y el bien de la
Sociedad. Y nosotros deberemos exclamar: Omnia
possum in eo, qui me confortat (Todo lo puedo con
El, que me anima).
Hacia el fin de su discurso el Siervo de Dios
parecía sumamente emocionado, y todas sus palabras
habían adquirido una energía extraordinaria. El
anuncio de <> para el año siguiente
impresionó al auditorio; tenemos de ello algún
indicio en un minúsculo diario de don José
Lazzero, que no se conformó, en esta fecha, con
escribir escueta y seca una de sus notitas de
agenda, sino que, después de escribir: <<2, 3 de
febrero. Conferencia en la iglesia pequeña con los
informes de los Directores de las casas>>, sintió
la necesidad de añadir:
<((**It12.84**))
provecho a la Iglesia universal>>. El Beato quiso
referirse principalmente, como lo dirá en las
conferencias del 1877, a su grandiosa concepción
de los Cooperadores Salesianos, madurada poco a
poco, realizada en su forma definitiva a lo largo
de este año y destinada a un porvenir, cuya idea
cabal tuvieron dificultad en formarse de buenas a
primeras, quién más quién menos, sus mismos
colaboradores 1.
Que era eso a lo que en realidad miraba, nos lo
confirma la declaración confidencial, que hizo a
don Julio Barberis el 19 de febrero.
1 Véase, vol. XI, cap. IV.(**Es12.79**))
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