((**Es12.77**)
-Las Reglas dicen así; las Reglas resuelven la
cuestión de este modo; tú quisieras hacer esto,
pero las Reglas lo prohíben; tú quisieras dejar
aquello, pero las Reglas lo mandan.
Y en las conferencias, en las exhortaciones, lo
mismo en público que en privado, promuévase mucho
la observancia y la autoridad de las Reglas. De
esta manera el gobierno del director puede ser
paternal, como se desea entre nosotros. Haciendo
siempre ver que no es el Director quien quiere
esto o aquello, quien prohíbe o aconseja, sino que
son las Reglas, el subalterno no podrá tener
ningún pretexto para murmurar o desobedecer. En
una palabra: el único medio para propagar nuestro
espíritu es la observancia de nuestras Reglas.
No hay que hacer nada, ni siquiera lo bueno,
contra ellas o sin ellas; porque, si se quiere
trabajar, aun con buen espíritu, pero no dentro
del ámbito determinado por nuestras Reglas, >>qué
sucederá? Que cada uno trabajará, supongamos que
hasta mucho, pero será un trabajo individual y no
colectivo. Y, en cambio, el bien que se debe
esperar de las Ordenes religiosas, procede
precisamente de que trabajan colectivamente; de no
ser así, resultaría imposible lanzarse a ninguna
gran empresa. ((**It12.81**)) Si nos
alejamos de lo que estrictamente piden las Reglas
y se sigue trabajando, uno comenzará a irse por
aquí, otro por allá, para un fin bueno, pero
individual; sería el principio de la relajación; y
estas obras no serían bendecidas por Dios como las
primeras. De ahí procede necesariamente la
necesidad de una reforma y eso debilita mucho una
Congregación, como hemos visto que sucedió a
muchas Ordenes religiosas, y siempre con
grandísimo menoscabo de la salvación de las almas.
>>Y después? Después vienen la decadencia y la
ruina total. La observancia de las Reglas es el
único medio para que pueda durar una Congregación.
El Superior lo es todo entre nosotros. Todos
deben echar una mano al Rector Mayor, sostenerlo,
guiarlo de todas maneras, convertirlo en centro
único de todo. El Rector Mayor, a su vez, tiene
las Reglas: y no se aparte nunca de ellas, pues,
de lo contrario, el centro deja de ser único y se
dobla, para convertirse en un doble centro: el de
las Reglas y el de su voluntad. Es necesario, en
cambio, que las Reglas se encarnen, por decirlo
así, en el Rector Mayor: que las Reglas y el
Rector Mayor sean una misma cosa.
Lo que sucede con el Rector Mayor respecto a
toda la Congregación, es preciso que se cumpla con
el Director en cada casa. El debe formar una sola
cosa con el Rector Mayor, y todos los miembros de
su casa una sola cosa con él. Y también deben
estar como encarnadas en él las Reglas. No debe
aparecer él, sino la Regla. Todos saben que la
Regla es la voluntad de Dios y el que se opone a
las Reglas, se opone al Superior y a Dios mismo.
Háblese siempre de este modo a los hermanos:
-Hay que hacer esto o aquello; es estrictamente
necesario que cada uno se comprometa a hacer tal
trabajo, porque así lo mandan las Reglas en tal
artículo; ahora es preciso que nos pongamos todos
de acuerdo para hacer esto o aquello, porque las
Reglas insisten en ello.
Así, pues, siempre que un Director quiera
actuar y deba tomar una medida o deliberación,
póngase siempre al amparo de las Reglas y no
proceda nunca por su propia voluntad o autoridad.
Diga:
-Hay que hacer así porque así lo dicen y así lo
quieren las Reglas.
Esta manera de proceder por parte de los
Directores acarreará muchísimo bien a la
Congregación.
Procúrese, además, mantener la dependencia
entre el Superior y el inferior, y eso(**Es12.77**))
<Anterior: 12. 76><Siguiente: 12. 78>