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el campo es amplio, pero no importa; se trabaja
con mucho fruto. Predican, confiesan y se desviven
continuamente por el bien de las almas.
Administran la iglesia de la Misericordia de los
Italianos y hay junto a ella una hospedería donde
podrán albergar a los ((**It12.77**))
Salesianos que vayan de Europa o que tuviesen que
volver a nuestras tierras. Esta iglesia es el
principal centro de reunión de los italianos y en
ella se predica en italiano, por lo menos una vez
cada domingo. Allí han fijado su residencia don
Juan Baccino y el señor Belmonte y, por ahora,
también don Juan Cagliero, que empezó enseguida
una tanda de ejercicios espirituales para el
pueblo. Si todo acaba como ha empezado, según nos
cuentan en sus cartas, se espera un bien
extraordinario. Los otros Salesianos, capitaneados
por el sacerdote Fagnano, se trasladaron más al
norte, a San Nicolás, de donde hemos recibido
noticias ayer y hoy. Tuvieron un buen viaje. Les
recibieron muy bien y les tratan magníficamente.
Están visitando la ciudad, preparan la adaptación
del colegio, que es muy espacioso para nuestro fin
y se perfeccionan en el conocimiento de la lengua
española, necesaria para dar clase y predicar.
Allí se abre ante nuestros ojos un inmenso campo y
vemos una mies abundantísima de almas.
Además, tenemos muchas peticiones para abrir
casas en la misma República Argentina, en
Australia, en Uruguay y Paraguay, en la China y en
la India, en las Islas de Oceanía y en muchísimos
otros lugares. Hay peticiones de Francia, en donde
ya hemos puesto el pie el año pasado abriendo la
casa de Niza. Y es algo fabuloso ver cómo
solicitan nuestra presencia por Italia y Piamonte.
En Turín mismo se nos ofrecen nuevos campos de
trabajo para mayor gloria de Dios. Mas, para todo
esto se necesitan verdaderos Salesianos, animados
del espíritu del Señor y dispuestos al sacrificio.
También este año comenzó la Obra de María
Auxiliadora. Aunque un poco estancada en sus
principios, por varias causas, ya va en aumento y
cuando alcance, como espero, grandes proporciones,
reportará mucho bien a la Iglesia.
Hasta ahora, todavía no se ha podido reunir a
estos jóvenes en un local separado; pero poco a
poco también esto se logrará.
Hemos hablado del número que han alcanzado este
año los hermanos y de las diversas obras
exteriores atendidas por nuestra Congregación.
Ahora convendrá que diga con qué espíritu se hacen
en general las cosas y qué debemos tratar de hacer
de hoy en adelante, esto es, cuál es el campo de
nuestro trabajo. Se trata de preparar un
extraordinario número de sujetos, y tales, que
trabajen mucho, verdaderamente mucho.
Si he de decir cómo veo al presente nuestras
cosas, os puedo asegurar, y lo digo con un tanto
de orgullo, que estoy contento. Es tal el continuo
aumento del número que, si no tuviese gran
confianza en Dios, el cual hará que las cosas
marchen bien, estaría aterrorizado, como en parte
lo estoy, al ver que la Congregación crece casi
demasiado aprisa. Lo que me consuela es ver cómo
los socios van adquiriendo el verdadero espíritu
de la Congregación; veo realizado el ideal que yo
me proponía, cuando se trataba de juntar
individuos que me ayudasen a trabajar para la
mayor gloria ((**It12.78**)) de
Dios. En general veo un espíritu de desinterés
verdaderamente heroico, espíritu de renuncia a la
propia voluntad, obediencia conmovedora.
>>Y en cuánto tiempo y con qué medios se
consiguió todo esto? Cuando mi pensamiento compara
los tiempos presentes con los pasados, mi
imaginación queda abrumada. Hace treinta y cinco o
treinta y seis años, >>qué había en este mismo
lugar, donde ahora estamos reunidos? >>Qué había?
íNada, absolutamente nada! Yo corría de acá para
allá tras los muchachos más díscolos, más
disipados; pero ellos no querían(**Es12.74**))
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