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hermanos ya había devuelto al redil alguna ovejita
extraviada, es decir, algún sectario de la ciudad;
la población aceptaba muy bien a los Salesianos.
Algunos hermanos iban a enseñar el catecismo los
domingos a varias iglesias; acudían a la casa
muchos jóvenes externos, a los que se les enseñaba
la doctrina cristiana en las clases, y después se
los llevaba a la iglesia para la bendición
eucarística. Los Hijos de María Auxiliadora eran
treinta.
-Rezad, dijo, para que nuestra casa pueda dar
frutos abundantes de caridad cristiana.
Don Santiago Costamagna, que dirigía las Hijas
de María Auxiliadora en Mornese, contó a los
oyentes los rápidos progresos de esta institución,
verdadero grano de mostaza, que se convertía en un
gran árbol. Las hermanas pasaban ya del centenar;
((**It12.66**)) había
continuas peticiones de ingreso, pero necesitaban
ser ayudadas por el Oratorio para mantenerse.
Aquellas buenas hijas podían servir de modelo por
su humildad y su espíritu de abnegación; se
preveía que serían preciosos auxiliares también en
las misiones. Desgraciadamente la salud dejaba
mucho que desear; dos de ellas se encontraban en
trance de muerte. La comunión de cada mañana,
podía calificarse de general. Pasaban de treinta y
cinco las educandas; y tenían también a su cargo
las escuelas municipales de las niñas. Las de los
muchachos estaban confiadas a un Salesiano.
Monseñor Sciandra había aprobado por aquellos días
las reglas del Instituto. Por último, se encomendó
especialmente a sí mismo a las oraciones de todos.
Don José Ronchail, director de la casa de Niza,
se lamentó de la pobreza de su situación. Eran
entre todos nueve personas, a saber: cinco
muchachos, dos clérigos, el cocinero y el
Director. Los muchachos eran tan pocos, debido a
las leyes de Francia. Todo el que quisiera enseñar
un arte u oficio a un joven, antes tenía que
aprender él mismo a leer y escribir en lengua
francesa. El sacerdote extranjero tenía que pasar
dos años en Francia para poder enseñar latín. Cada
sacerdote no podía tener más de cuatro alumnos.
>>Cómo, pues, se podía admitir a más muchachos y
darles clase? Para poder reunir el domingo a los
chiquillos y enseñarles catecismo y para estar
autorizados a tener en casa a algunos y darles
clase, los Salesianos recurrieron al Gobernador,
de religión protestante, el cual les concedió lo
que pedían, tras reiteradas instancias. Se temía
que los nuestros trabajaran por fines políticos, a
saber, que favoreciesen a hurtadillas las
maniobras de los que fomentaban la anexión de Niza
a Italia. Fueron, pues, examinados a fondo sobre
este punto. Un comisario fue a inspeccionar la
casa y, como encontró a los muchachos en el patio
y que el director guardaba cama,(**Es12.65**))
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