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otra ocasión por los nuestros. Pero hubo acuerdo
en que era bueno indagar sobre las inclinaciones y
hábitos en lo que éstos no constituían materia de
confesión, porque su conocimiento redundaba
también en provecho de los súbditos y de esa
manera era posible asignar a cada uno ocupaciones
más conformes con sus aptitudes y saber cómo
dirigirlos en materia de obediencia, si con
maneras suaves o más enérgicas. Lo mismo que en
reuniones anteriores, también en ésta se llamó
encarecidamente la atención de los directores para
que recibiesen el coloquio con regularidad; pues
debe considerarse como un medio eficacísimo para
gobernar bien los colegios.
((**It12.61**)) 3.°
Conferencias quincenales. Unos pensaban que eran
demasiado frecuentes para encontrar materia a
desarrollar o a tratar en tan breves intervalos.
Otros opinaban que el problema estaba en encontrar
tiempo para lograr reunir durante el día a todos
los hermanos y en juntarlos después de las
oraciones de la noche, cuando estaban cansados y
no se podían abreviar.
Hubo quien propuso el ejemplo de algún colegio,
donde las conferencias se daban a las cinco de la
tarde, confiando la asistencia del salón de
estudio, durante aquella media hora, a alguno que
no perteneciese a la Congregación; que era aquél
el momento elegido en el Oratorio para la
conferencia de los novicios; >>por qué, pues, no
introducir la misma costumbre en todas partes? Don
Miguel Rúa dijo:
-Desde luego, la conferencia a las cinco de la
tarde traerá su inconveniente y será preciso
confiar a alguno la asistencia del estudio.
Con todo, no me parece grave; cuídese tan sólo de
no confiar este cometido siempre al mismo hermano,
sino que se alternen los socios, y el que no
asista a la conferencia haga que alguno de los que
asistieron a ella le cuente lo que se ha dicho.
Don Bosco da mucha importancia a estas
conferencias.
4.° Ritos sagrados. Una nota ordenaba a los
sacerdotes que estudiaran a fondo las ceremonias;
hubo quien reprochó la prisa con que algunos
sacerdotes salían al altar y volvían de él. Dijo
don Miguel Rúa:
-Es una costumbre, desgraciadamente muy
generalizada entre el clero diocesano, la prisa;
tal vez sólo los Filipenses guardan aquí en Turín
la gravedad que pide la santidad de la acción.
Tampoco se puede acusar de este apresuramiento a
casi todos los nuestros; al contrario, parece que,
excepto en los Filipenses, en ningún otro lugar se
procede con más gravedad que entre nosotros. Sin
embargo, empieza a verse esta prisa en algunos
miembros de la Congregación; por eso cada director
debe recomendar a sus sacerdotes un porte decoroso
en los ritos sagrados. Podrá parecer cosa de
escasa monta; y, sin embargo,(**Es12.61**))
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