((**Es12.567**) Medio
eficacísimo para lograr el intento de su carta es
que rece y haga rezar mucho, para que el Espíritu
Santo difunda sus dones, ponga luz en el
entendimiento y santos afectos en el corazón de
todos los ministros de la Iglesia; y éstos,
purificados y enardecidos por este santo espíritu,
no busquen de veras más que la gloria de Dios y la
salvación de las almas; pues entonces y sólo
entonces, dando de lado a todo espíritu de amor
propio y de interés material, se buscará sólo el
bien y se buscará de la manera que se debe y está
ordenado; mientras que, por desgracia, hay muchos
hoy día, es verdad, celosos del bien, pero quieren
obrarlo de modo distinto al que mandó nuestro
divino Redentor y obrando así, producen, es
cierto, y promueven mucho bien por una parte, con
lo cual aparecen como nuevos Franciscos, Ignacios,
Vicentes; mas, por otra parte, excitando
disensiones y promoviendo partidos con
malentendidas aulonomías, hacen también mucho mal.
Pasando a don Bosco, estoy íntimamente
persuadido de que si éste, en tiempos de san
Carlos en la diócesis de Milán, hubiese tenido con
aquel Santo Arzobispo la misma conducta que tuvo
en Turín, lejos de tener toda la aprobación, que
ése pretendería del Arzobispo de Turín, más de una
vez hubiera recibido graves protestas y una seria
y firme oposición.
Si él es un hombre de humildad como debe ser, y
siente hacia el Arzobispo de Turín la reverencia
que le debe, empiece por dar prueba de ello
pidiendo perdón de palabra o por escrito por la
carta desconsiderada que ese mismo don Bosco
escribió a dicho Arzobispo en marzo (si no me
equivoco el 27) de 1875. Esta carta fue enviada a
la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares; y
éstos encontraron en ella palabras que no se
debían escribir, pero que se escribieron a dicho
Arzobispo, manifestando su pesar por tal carta y
la esperanza de que no se repetirían más
semejantes cosas. Por consiguiente la falta de don
Bosco es cierta 1.
((**It12.673**))
Reconozca, pues, don Bosco in primis su falta,
ponga remedio a ella y dé la única prueba sólida
de santidad, que es la de la humildad. Pero,
repito, hay que rezar, se necesitan gracias
abundantes para descubrir las artes de Satanás,
que transformat se in angelum lucis.
Me encomiendo, pues, a las oraciones de V. S.
mientras de todo corazón le saludo y con el máximo
aprecio soy
De V. S. Ilma. y muy reverenda
Turín, 8 de julio de 1876.
Afmo. en Jesucristo
>> LORENZO, Arz. de Turín
1 No conocemos la carta a que se refiere. El
<> y la <> de Roma muy bien
podían referirse, no al contenido de la carta,
sino al motivo que había obligado a escribirla,
motivo que era de esperar no se debía repetir. En
efecto, recuérdese que el Siervo de Dios se enteró
en Roma de cartas enviadas allá como documentos de
acusación, que habían obtenido el efecto
contrario.
(**Es12.567**))
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