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sufrimientos se trocará en perla preciosa allá
arriba en el cielo y los consolará para todos los
siglos.
Termino con las palabras de san Pablo: Vos
delectat magnitudo praemiorum? non vos deterreat
magnitudo laborum >>Os alegra el pensamiento de la
gran recompensa del Paraíso? No os amedrente si
tenéis que sufrir algo en esta tierra.
8
Conferencia leída por don Bosco
en la Academia Romana de los
Arcades
El que tiene el alto honor de hablar en vuestra
presencia, respetables señores, no es más que un
humilde sacerdote llegado a Roma, que para su gran
ventura y sin mérito alguno de su parte, fue
puesto en el número de los árcades, y está
encargado de leer ahora una prosa, que pueda
servir de introducción a la arcádica reunión de
este Viernes Santo.
((**It12.632**)) La
elegancia de la palabra y la pureza del estilo,
que suelen brillar en esta aula de la ciencia, me
ponen en grave aprieto, pues yo estoy acostumbrado
a hablar, leer y escribir para el pueblo, y
especialmente para la juventud ayuna en letras.
Sin embargo, me he animado a aceptar la
invitación, considerando que la pulida pluma de
mis colegas, permítaseme este calificativo,
suplirá con creces mi insuficiencia.
Pero es menester reducir a unos puntos
concretos el tema de la Pasión del Redentor, que
he de tratar, ya que es muy amplio por sí mismo.
Por lo tanto, no tocaré la parte ascética, ni la
oratoria, que corresponden al púlpito sagrado; no
hablaré de la Arqueología, que dejo a las prolijas
lucubraciones de los doctos; ni tampoco de los
personajes que se nombran en el relato evangélico
de la Pasión del Señor, que es materia reservada a
los comentaristas bíblicos y a los escritores de
Historia Eclesiástica.
Omito también todo lo que sucedió en torno al
Salvador antes de su subida al Calvario y elegiré
únicamente lo que hace diecinueve siglos, poco más
o menos a la misma hora que nos tiene reunidos
aquí, tuvo lugar en aquel monte de Redención. Es
decir, las siete palabras proferidas por Jesús en
la Cruz. También aquí, señores, dejo de buen grado
la sublimidad de conceptos y los arranques
poéticos a la erudición de mis Colegas; y yo me
ceñiré a una simple exposición histórico literaria
cual me parece conviene a los oyentes, que en este
venturoso momento me honran. Si la pequeñez de mi
trabajo no os proporciona motivo para aplaudir, os
prestará, no lo dudo, ocasión para ejercitar
vuestra bondad y otorgarme vuestro perdón.
Después de mil malos tratos y tormentos,
sometido a una despiadada flagelación, coronado de
espinas, condenado a la ignominiosa muerte de la
cruz, el amabilísimo Salvador, con gran esfuerzo,
llevó a cuestas el instrumento de su suplicio
hasta el Gólgota.
Gólgota o Calvario significa monte de la
Calavera; y dicen algunos que es llamado así,
porque allí eran conducidos los condenados a
muerte para pagar la pena de los crímenes
cometidos. Pero Tertuliano, Orígenes, san
Epifanio, san Juan Crisóstomo y Agustín opinan que
aquel monte se llama Gólgota porque allí fue
sepultado Adán, y por un rasgo de la divina
Providencia, se cavó el hoyo para la Cruz donde
estaba su calavera, y así el autor del primer
pecado fue también el primero en ser salvado con
la sangre de quien moría por la salvación del
género humano.
San Jerónimo lo expresa así en la carta a
Marcela: In hoc loco et habitasse dicitur,
(**Es12.533**))
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