((**Es12.529**)
trabajo en la viña del Señor, es dar buen ejemplo.
íCuánto bien puede hacerse de este modo! Buen
ejemplo con las palabras, animando a los otros al
bien, dando avisos y buenos consejos. Aquí hay uno
que duda de su vocación; allá hay otro que está a
punto de tomar una determinación que le ocasionará
después mucho daño; pues bien, si estos tales son
aconsejados y alentados para el bien, ícuánto
podrán aprovecharse de ellos! Muchas veces basta
una sola palabra para lograr que uno se mantenga o
se ponga en el buen camino.
Decía san Pablo a los fieles que procurasen ser
lucerna lucens et ardens. íAh, si en todos
nosotros se viera realmente esta luz! íSi todos
quedasen edificados con nuestras obras y palabras!
Si hubiera esa caridad encendida que hace que no
demos importancia a nada, con tal de que podamos
beneficiar a nuestros hermanos, y poseyéramos
realmente esa castidad perfecta que nos hace
vencer todos los vicios, si tuviéramos
verdaderamente ((**It12.627**)) esa
mansedumbre que nos atrae el corazón de todos;
creo yo que todo el mundo quedaría atrapado en
nuestras redes.
Otra cosa que todos pueden hacer es la
asiduidad en las cuestiones de religión, en las
prácticas de piedad, o tomar parte en todo aquello
que puede promover la mayor gloria de Dios o la
salvación de las almas; hablar bien de la Iglesia,
de los ministros de la religión, especialmente del
Papa, y de las disposiciones eclesiásticas. Estas
cosas las pueden hacer todos, desde el más pequeño
hasta el mayor de vosotros; y entre nosotros, aquí
en casa, hablar bien de los Superiores, de la
Congregación, de la Casa, de lo que se sirve a la
mesa.
Pero no basta. Algo que todos pueden hacer es
ayudar a arrancar hierbajos, cardos, cizaña,
grama, alberja y toda hierba que no hace más que
daño. Quiero decir que cuando hay un escándalo no
se tolere: sino que, quien está en condiciones de
poderlo quitar, lo quite y acuda a todos los
medios para hacer que desaparezca; el que no
puede, no se cruce de brazos, sino hable de ello a
quien corresponda y, si no basta una vez, hágalo
dos, tres y más veces hasta que el escándalo cese.
Todos podéis, cuando oís a alguien quejarse de la
comida, corregirle; habrá quién desee salir sin
permiso, o quién se queje por no poder salir;
todos podéis animarle, alentarle, aconsejarle que
tenga paciencia.
Una cosa muy importante es arrancar la cizaña,
es decir, el escándalo que se comete al hablar.
Sucede a veces que hay un desorden en casa y los
Superiores no lo saben y, por tanto, no pueden
remediarlo; es absolutamente necesario que
vosotros habléis de ello, que les hagáis sabedores
del mal: vosotros os encontráis en contacto con
ellos, mientras que los Superiores están lejos.
Otra manera de estirpar la cizaña es la
corrección fraterna. Sucede, tanto cuando estamos
aquí, como cuando estamos en casa de nuestros
padres en el pueblo, que nuestros amigos, sin
advertirlo, mantienen conversaciones que desdicen
de un joven cristiano, escriben cartas con frases
poco cristianas o expresiones que pueden despertar
nuestra ira o malos pensamientos.
Pues bien, respóndase a este tal con buenos
modos:
-Mira, tú dices eso; pero fíjate que esas
palabras no están bien en labios de un cristiano.
Ya sé que eres mi amigo y que escribiste eso sin
advertirlo, pero precisamente porque eres mi
amigo, creo que no te molestarás si te corrijo en
esto o en aquello.
O también:
-Perdóname, pero no puedo aceptar lo que me
propones, porque no está de acuerdo con la vida
que debe llevar un joven cristiano.
Muchas veces una corrección amistosa hecha de
este modo produce en el corazón de los compañeros
y hermanos más afecto que muchos sermones y sucede
que se
(**Es12.529**))
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