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-Alguno, alguno había; eran pocos, pero no digo
más.
Entonces le preguntaron que les dijese si
estaban ellos entre los perros mudos.
El siervo de Dios respondió de una manera muy
genérica, haciendo observar que era necesario
estar sobre aviso para evitar las murmuraciones y,
en general, todos los desórdenes, y sobre todo las
malas conversaciones.
-íAy del sacerdote y del clérigo, dijo, que
estando encargado de la vigilancia ve los
desórdenes y no los impide! Deseo que todos sepan
y entiendan que con la palabra <>
yo no entiendo indicar solamente a los que cortan
trajes, sino que me refiero a toda palabra, a todo
mote, toda conversación que pueda hacer frustrar
en un compañero el fruto de la palabra de Dios.
Además, quiero hacer constar que es un gran mal el
permanecer mano sobre mano cuando se conoce algún
desorden, sin hacer nada para impedirlo o no
procurar que lo ataje quien debe y puede hacerlo.
Uno de los más inquietos dirigió al siervo de
Dios una pregunta bastante atrevida:
->>Y por qué don Julio Barberis entra en el
sueño? Usted dijo que había algo para él y él
mismo parece que se esperaba un buen estacazo...
El propio don Julio Barbaris estaba presente y,
al principio, parecía que don Bosco se resistía a
contestar. Pero después, habiendo quedado con el
Beato algunos sacerdotes nada más; y como por otra
parte el interesado mostrase su conformidad, el
Beato dijo:
-Es que Don Julio Barberis no predica bastante
sobre este punto, no insiste sobre esto cuanto
fuera de desear.
Don Julio Barberis manifestó que ni en el año
pasado, ni durante el año ((**It12.50**)) en
curso había tratado con detención estas materias
en sus conferencias a los novicios; sintióse,
pues, complacido al recibir esta observación y la
tuvo presente para el porvenir.
Dicho esto, subieron todos las escaleras y,
después de besar la mano a don Bosco, cada uno se
retiró a descansar. Todos, menos Barberis que,
según lo acostumbrado, acompañó al siervo de Dios
hasta la puerta de su habitación. Don Bosco, al
comprobar que estaba aún preocupado y que no
habría podido dormir por la impresión recibida por
las cosas expuestas, le hizo entrar en su
despacho, cosa desacostumbrada en él, diciéndole:
-Ya que tenemos todavía tiempo, demos algunos
paseos por la habitación.
Y así continuó hablando con él por espacio de
media hora. Entre otras cosas le dijo:(**Es12.52**))
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