((**Es12.511**)
-Vida común, me contestará.
-Entonces, confórmate con la vida común. Hay un
solo Superior responsable de lo que se hace o debe
hacerse. Cumplamos, pues, cada uno, nuestro deber.
Otra cosa que he de recomendar es que os
ayudéis mutuamente en el trabajo. No digáis nunca:
-Eso le toca a aquél y no a mí.
Se ve a veces algún desorden, que se podría y
debería evitar, y falta el asistente.
No se mire la cosa con indiferencia, so
pretexto de que no estamos encargados de la
asistencia, sino decid:
-Ahora el asistente soy yo.
Siempre que se pueda impedir un mal, aunque sea
material, hágase. Evítese cualquier derroche de
comida, de ropa o de cualquier cosa de nuestro
uso. Cuando se vive en comunidad hay que tener
cuidado de todo lo que pertenece a la
Congregación.
Pero sobre todo preocupémonos de impedir el mal
moral, los desórdenes de cualquier clase, entre
los muchachos o entre nosotros mismos. Sólo con la
concordia en este punto, se puede progresar y
lograr que no causen daño los miembros peligrosos.
Se sabe, por ejemplo, que fulano tiene un libro
malo. Tú, que quieres ser religioso, no sólo no
debes cooperar a que lo tenga, lo esconda, sino
indústriate por hacerte con él, tómalo y quémalo.
íCuántas riñas, reuniones de pandillas y de
escándalos pueden evitarse! A veces los recién
llegados, especialmente si son mayores, se
encuentran solos, necesitan un amigo y, si uno los
aconseja oportunamente, les puede hacer mucho
bien. Promuévanse las prácticas de piedad,
nuestras Compañías; y no se las critique nunca. La
crítica puede causar mucho daño al que la oye, aun
en cosas de clase y en las disposiciones de los
Superiores. Si hubiese que hacer alguna
observación justa, acúdase al responsable, pero
nunca se hable de ello con los compañeros.
((**It12.607**)) En
conclusión, aprendamos de las abejas a trabajar
con buena voluntad.
Os he dicho muchas cosas, encaminadas todas
ellas a animarnos en nuestras ordinarias
ocupaciones, en este día en el que quiso Dios se
consagraran a El siete siervos suyos, dispuestos a
todo para su servicio.
Animémonos, pues, todos a una para cumplir su
santa voluntad, que es la del Superior, ayudémonos
mutuamente a corregirnos de nuestros defectos y a
soportar los de los otros, haciendo lo posible por
seguir todos el buen camino. Si alguno de vosotros
se encontrare en peligro, hay que avisar; cada uno
debe ofrecerle su apoyo para porporcionarle alguna
ayuda.
Y nosotros, haciéndonos cada vez mejores en
esta escuela de amor, formaremos un solo corazón
unido al de Jesucristo, hasta los últimos
instantes de nuestra vida, cuando lleguemos a El
para ya no dejarle nunca jamás.
La memorable conferencia duró hora y media;
pero aquel tiempo, asegura don José Vespignani,
pasó como un relámpago.
Entre las felicitaciones de Navidad don Bosco
envió una especialísima al cardenal Juan Simeoni,
elegido por el Padre Santo para Secretario de
Estado pocos días después de la muerte del
Eminentísimo Antonelli. El Beato lo conocía ya muy
bien 1. Por la prontitud y el contenido
1 Véase volumen XI, pág. 115.
(**Es12.511**))
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