((**Es12.509**)
-Aquí habéis aprendido a vivir, a haceros una
casa, las celdillas, la miel, la cera; ahora
aprovechad lo que habéis aprendido. Seremos
siempre amigas, siempre estaremos ((**It12.604**)) de
acuerdo, pero procuremos no estorbarnos las unas a
las otras. No vengáis a molestarnos y nosotras no
iremos a molestaros a vosotras. Y dice a la nueva
reina: -Ve, conduce a las tuyas a buscar fortuna.
Y se marchan aquéllas todas juntas y van al hueco
de un árbol o a otras colmenas preparadas para
ellas, y fundan su reino. Y la nueva reina, que ha
buscado su sede, reina y da las órdenes.
Tal como sucede con nuestras expediciones de
misioneros.
Pero lo que todavía se observa en las abejas es
que no trabajan en invierno y no van a recoger,
porque no hay flores, sino que descansan y están
todas recogidas, se preparan para trabajar con
alegría y prontitud en la primavera.
También nosotros debemos estar aquí recogidos,
y en la primavera de la vida, saldremos y
obtendremos abundante fruto. Retiro y preparación.
Preparémonos para combatir las tentaciones, las
discordias, las riñas y las otras pasiones, que
sólo se vencen con la vida retirada. Por eso entre
nosotros, antes de emitir los votos, se hacen unos
días de ejercicios espirituales para disponernos a
las solemnes promesas que se van a hacer a Dios y
para cumplirlas después exactamente.
Militia est vita hominis super terram. Militar
es combatir para vencer a los enemigos
espirituales: combate el soldado hiriendo y
matando, y el religioso huyendo para salvarse.
Nosotros, una vez que dejamos el siglo, hemos de
combatir huyendo de lugares y personas, y de
cualquier cosa que ofrezca peligros para el alma.
Pero los religiosos hacen como los militares,
aunque diferentes, sus ejercicios de preparación.
Estando retirados en tiempo útil, se adquieren
la ciencia y la virtud. El que se prepara hace
frente a los peligros y los vence. Fortalecido con
el estudio, con la meditación, con los
sacramentos, con las visitas a la iglesia para
vencer los sentidos, saldrá de la colmena, irá al
lugar que se le destinó y atrapará gavillas en el
campo del Señor. Mas no salga, si no tiene la
esperanza de vencer. Pero el que ha hecho todo lo
que está de su parte para prepararse y ha recibido
orden del Superior, posee esta esperanza y puede
ir tranquilo a arrostrar cualquier peligro; ya no
caerá. Para promover la gloria de Dios pasará
sobre áspides y escorpiones y no caerá, porque le
sostendrá la mano del Señor.
Todos nosotros debemos imitar a las abejas en
el trabajo. Trabajan de día todas sin descanso y
van de un seto a otro, vuelan de flor en flor y
corren de acá para allá, incluso muchas millas,
hasta volver a casa con su provisión. Así que han
llegado a la colmena, separan la miel de la cera,
colocan la miel en un sitio, la cera en otro y
vuelven al trabajo.
Y cuando las hay perezosas, que quieren comer a
costa de lo sudores de las demás, y no quieren
trabajar, los jueces pronuncian la sentencia, y
después tienen lugar los combates, que tantas
veces se ven entre las abejas. Todo el ejército se
reúne a su alrededor; una la aguijonea por detrás;
se vuelve ella para vengarse y otra, que la
espera, ((**It12.605**)) la
muerde en una ala, otra en la otra ala y, como
ésta ya no puede volver, las compañeras la echan
fuera de la colmena. Y da muchas veces lástima ver
abejas sin sentido por el suelo, que ya no pueden
levantarse a los aires y son aplastadas por los
transeúntes. En la colmena sólo se deja a las que
pueden trabajar y trabajan de buena gana.
Aquí hay diferentes empleos: uno friega, otro
cocina, otro en cambio ha estudiado y predica y
confiesa o da clase. Este barre, aquél asiste. El
que no puede trabajar reza y aconseja a lo demás.
Cada uno tiene su papel y, si cumple bien su
cometido, todo
(**Es12.509**))
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