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que al punto me vi aquejado de acerbísimos dolores
de cabeza y de unas ansias tales de vomitar que
creía morirme.
Entretanto oscurecióse el aire; desapareció la
visión y nada más vi de tan hermoso espectáculo;
al mismo tiempo un rayo iluminó la estancia y un
trueno retumbó en el espacio, tan fuerte y
terrible que me desperté sobresaltado.
Aquel hedor penetró en las paredes,
infiltrándose en mis vestidos, de tal forma que
muchos días después aún parecía percibir aquella
pestilencia. Ahora mismo, con sólo recordarlo, me
vienen náuseas, me siento como ahogado y se me
revuelve el estómago.
En Lanzo, donde me encontraba, comencé a
preguntar a unos y a otros; hablé con varios y
pude cerciorarme de que el sueño no me había
engañado.
Es, pues, una gracia del Señor, que me ha dado
a conocer el estado del alma de cada uno de
vosotros; pero de esto me guardaré de decir nada
en público. Ahora no me queda nada más que
auguraros buenas noches.
El ver en el sueño que eran considerados como
malos ciertos jóvenes que pasaban por la casa por
los mejores, hizo sospechar a don Bosco que se
trataba de una ilusión. He aquí el motivo por el
cual había llamado precedentemente a algunos ad
audiendum verbum: quería asegurarse bien sobre la
naturaleza del sueño. Por el mismo motivo retrasó
quince días su relato. Cuando tuvo la seguridad de
que la cosa procedía de lo alto, habló. El tiempo
vendría a confirmar la realidad de otras muchas
cosas que vio en el mismo y que llegaron a
cumplirse.
La primera predicción, la más importante, se
refería al número de sus queridos hijos que
morirían en el 77, divididos en dos grupos: seis
más dos. En la actualidad los registros del
Oratorio ofrecen la cruz, ((**It12.596**)) señal
tradicional de defunción junto a los nombres de
seis jóvenes y de dos clérigos 1.
La segunda predicción anunciaba una aurora
esplendorosa para la Sociedad Salesiana en el 77,
que iluminaría los cuatro ángulos del mundo; en
efecto, aquel año apareció en el horizonte de la
Iglesia la Asociación de los Cooperadores
Salesianos y comenzó a publicarse el Boletin
Salesiano, dos instituciones que debían llevar de
un extremo a otro de la tierra el conocimiento y
la práctica del espíritu de don Bosco.
La tercera predicción se refería al fin próximo
del Papa Pío IX, que, en efecto, murió catorce
meses después del sueño.
1 1. Juan Briatore, 1.° de bachillerato, n.°
93. 2. Víctor Strolengo, encuadernador, n.° 152.
3. Esteban Mazzoglio, 4.° de bachillerato, n.°
187. 4. Nadal Gatola, 4.° de bachillerato, n.°
388. 5. Antonio Bognati, 5.° de bachillerato, n.°
206. 6. Luis Boggiatto, barrendero, n.° 805. 7.
Miguel Giovannetti, clérigo salesiano, n.° 553. 8.
Carlos Becchio, clérigo, n.° 248 (muerto en su
casa, en Morialdo, el 31 de diciembre de 1877,
pero presente en el Oratorio durante el año
escolar 1876-77).
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