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((**Es12.50**) muchacho muy bueno, se acercaba a menudo a los Santos Sacramentos y esperamos que esté gozando ya de la felicidad de la gloria, o al menos, que esté en el Purgatorio. Pero, si les hubiese sucedido a otros lo mismo, >>qué sería ahora de ellos? Dicho esto nos pusimos todos de rodillas y rezamos el De profundis por el alma del pobre difunto. Entretanto, iba yo a mi habitación, cuando vi llegar a Ferraris 1 ((**It12.47**)) de la librería, el cual me dijo acongojado: -Don Bosco, >>sabe lo que ha sucedido? -Claro que lo sé. Que ha muerto fulano. -No es lo que quiero decirle; hay otros dos muertos. ->>Cómo? >>Qué? -Zutano y mengano. -Pero >>cuándo han muerto? No te entiendo. -Sí, otros dos, que han muerto antes de que usted llegase. ->>Y por qué no me habéis llamado? -No hubo tiempo. >>Usted sabe decirme cuándo ha muerto éste de aquí? -Ahora mismo, le respondí. ->>Usted sabe en qué día y en qué mes estamos?, prosiguió Ferraris. -Sí que lo sé; estamos a 22 de enero, segundo día de la novena de San Francisco de Sales. -No, dijo Ferraris, usted se equivoca, don Bosco; fíjese bien. Levanté los ojos al calendario y leí: 26 de mayo. -íEsto sí que es grande!, exclamé. Estamos en enero y me lo dice la ropa que llevo puesta; nadie se viste en mayo de esta manera; en mayo no estaría encendida la calefacción. -Yo no sé qué decirle, ni qué razón darle, pero estamos a 26 de mayo. -Pero si ayer mismo murió este nuestro compañero y estábamos en enero. -Se equivoca, insistió Ferraris, estábamos en tiempo de Pascua. -Esta es más gorda que la anterior. -Sí, señor, seguro, en tiempo de Pascua; estábamos en tiempo de Pascua y fue más dichoso por morir en tiempo de Pascua que los otros dos que murieron en el mes de María. -Tú te burlas, le dije, explícate mejor, porque de otra manera no comprendo nada. Abrió los brazos, golpeó las manos una contra otra, fuerte, muy fuerte. Y yo me desperté. Entonces exclamé: -Oh, afortunadamente se trata de un sueño y no de una realidad. íQué miedo he tenido! Tal es el sueño que tuve la noche pasada. Vosotros dadle la importancia que queráis. Yo mismo no quiero prestarle enteramente fe. Con todo, hoy he querido comprobar, si los que vi muertos en el sueño estaban aún vivos, y he constatado que están sanos y robustos. Ciertamente que no es conveniente que manifieste, y no lo diré, quiénes son. Con todo los vigilare y, si fuese necesario, les daré algún consejo para que vivan bien y los prepararé de forma que no se den cuenta; para que, si en realidad tuviesen que morir, la muerte no les sorprenda sin ((**It12.48**)) estar preparados. Pero que nadie comience a decir: >>Será éste, será el otro? Cada uno piense en sí mismo. 1 Ferraris, era el coadjutor Juan Antonio Ferraris, librero.(**Es12.50**))
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