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dolor o de alguna otra cosa; y después de una
buena confesión, romper toda atadura que nos pueda
tener ligados al demonio.
Hay otro caso en el que habría que hacer
confesión general, y es cuando, por desgracia, se
hubiese callado deliberadamente un pecado mortal
en la confesión, y lo hubiese vuelto a callar la
vez siguiente que fue a confesar, y en este mismo
estado hubiese dejado pasar la Pascua, la Navidad,
el Corpus Christi, y años enteros con una serie
continua de confesiones mal hechas. Supongo que a
ninguno de vosotros le sucede esto; pero, si lo
hubiese, que no deje pasar esta fiesta sin poner
en orden su conciencia, si no quiere correr
peligro de condenarse eternamente. Vaya a confesar
la culpa que calló, vuelva a hacer las confesiones
posteriores y empiece una vida nueva.
((**It12.575**))
Domingo Savio vino a verme la víspera de la novena
de la Inmaculada Concepción, y me dijo:
-Yo querría hacer bien esta novena.
-Y yo me alegro de que la hagas bien, le
contesté.
->>Y qué tendría que hacer?
-Mira: cumple bien las prácticas de piedad.
-Conforme; pero yo quisiera hacer algo más,
replicó Domingo.
-Recibe más a menudo la santa comunión.
-También yo lo espero hacer, y con la ayuda del
Señor quiero comulgar todos los días; pero aún
querría hacer más.
->>Y qué quisieras hacer por la Virgen?
-Quiero hacer confesión general y después
renovar a la Virgen la promesa, ya tantas veces
repetida, de no dar nunca una mirada, ni tener el
más mínimo pensamiento contra la virtud de la
pureza.
Si Domingo Savio era observante en todo, en
este punto lo era en sumo grado. Hizo su confesión
general con gran edificación de todos los que le
vieron.
Cuidaos también vosotros de hacer bien, por
cuanto os sea posible, esta novena imitando el
ejemplo de Domingo Savio. >>Será, pues, necesario
que hagáis todos confesión general? No; como ya he
dicho al empezar, no quiero esto; mas, si alguno
lo necesitase, no deje pasar la ocasión de esta
hermosa fiesta. Y si no pudiese todavía arreglar
los asuntos de su conciencia el día de la
Inmaculada, venga en los días siguientes hasta el
domingo, que yo estaré siempre en la sacristía
dispuesto a recibirlo.
íMas, por el amor de Dios, no haya ninguno que
aparte a los demás de la confesión!
Otra cosa que quería deciros, es que os queráis
unos a otros, que os améis para haceros el bien
mutuamente, para daros buen ejemplo, para daros
buenos consejos. Pero que no existan nunca jamás
entre vosotros esas amistades que, por desgracia,
se entablan para escandalizarse, para sostener
malas conversaciones, para asesinarse el alma
mutuamente. Tales son precisamente los que se
juntan para hacer el mal, para hacer hurtos, como
precisamente he oído, con gran disgusto, que ha
sucedido hace algún tiempo. Se hurta en la huerta,
en el comedor, en la cocina; e incluso el
enfermero tiene que vigilar atentamente para que
no le quiten lo que tiene guardado para los
enfermos. Hasta se vendieron toallas, camisas, sin
duda robadas. >>Estamos en una casa de ladrones?
Ya fueron expulsados algunos del Oratorio por este
motivo. No es que yo dude de ninguno de vosotros;
es únicamente para advertir y prevenir a quien lo
necesitare.
Una cosa más y os dejo. Vosotros decís siempre
que queréis a don Bosco, pero hay que demostrar
este amor con los hechos. Si os preguntan:
->>Quieres a don Bosco?
-íNo lo dude!, respondéis enseguida.
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