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((**Es12.476**) Quiero deciros también algo sobre el voto de pobreza. -íBueno!... dirá alguien; yo estaría de buena gana en la Congregación, si tuviese una habitación mejor arreglada, si tuviese una ocupación más a mi gusto, etc., etc. -Pero, decidme: >>qué voto habéis hecho en los ejercicios espirituales? El voto de pobreza. >>Y a quién no le gustaría ser pobre de esta manera, es decir, sin que le falte nada? Esto sería burlarse de Dios. Algunos se jactan de ser pobres: -íYo he hecho voto de pobreza! -Pero no quieren saber nada de los efectos de esta pobreza. A veces el vino no será muy bueno, estará algo aguado; y no se tiene paciencia, no se quiere soportar esta mortificación. -Si no estuviera aguado, sería mejor, dicen. -Lo concedo; pero si queremos ((**It12.564**)) ser pobres, también hemos de resignarnos a hacer alguna penitencia. Un pobre, a quien nunca le faltase vino para beber, aun cuando fuera medianamente bueno, se daría por dichoso. íAh, no seamos de los que aman la pobreza de labios afuera, pero no quieren los compañeros de la pobreza! En cuanto al voto de obediencia: -Pero, está ese Superior, que no me puede ver; cuando sabe que me gusta una cosa, no me la da; y cuando sabe que otra me desagrada, me la manda adrede. ->>Es que no habéis hecho voto de obediencia? Al hacer este voto, habéis sacrificado al Señor vuestra voluntad y, por tanto, debéis hacer todo lo que os manda el Superior. >>Os gusta? Bien está. >>Os desagrada? >>No va con vuestro genio y os disgusta? Mejor todavía; alcanzamos más méritos ante Dios. Pero no debemos obedecer de hocicos como hacen algunos; hemos de hacerlo todo de buena gana, con cara alegre, sabiendo que lo que nos mandan los Superiores, es lo mismo que si nos lo mandase el Señor. -Mirad, vale más un buen desayuno tomado por obediencia que una mortificación hecha por capricho. A veces un Superior manda algo a alguien y éste lo hace sólo a medias; va el Superior a verlo y no lo encuentra hecho ni por hacer, y se disgusta, y piensa durante la noche cómo tendrá que poner remedio, y ese pobre Director, con tantos asuntos como lleva entre manos, tiene que concentrar allí toda su atención, por culpa de un señoritingo que quiso hacer lo que le dio la gana. El tercer voto, que habéis hecho es el de castidad. íQué hermosa es esta virtud! Quisiera emplear días enteros para hablaros de ella, pero veo que me falta el tiempo. Ojalá pudieran todos los salesianos guardarla limpia de la más pequeña mancha: es la virtud más bella, la más esplendorosa y, al mismo tiempo, la más delicada entre todas. íEs tan fácil perderla, si no se emplean todos los medios necesarios para guardarla! íEs tan fácil mancillarla, si no se ponen en práctica las precauciones, que los Superiores y las Reglas sugieren! Debemos poner toda nuestra diligencia para mantenernos puros y santos en la presencia de Dios. Prestad atención al primer vientecillo pasional, mortificaos en ciertos tratos algo sensuales, sed reservados en ciertas palabras algo inconvenientes, aborreced ciertas amistades algo simpáticas, ciertos libros fantásticos. Y después no deis libertad a los sentidos, y si el demonio, aprovechando un momento en que estamos ociosos o descuidamos alguna precaución o hemos cometido alguna imprudencia por quebrantar las Reglas, se lanza de improviso al asalto contra nosotros, no nos dejemos disuadir, no renunciemos a nuestra gloria diciendo: -íPor una vez! íSólo será esta vez! íHace tanto tiempo que resisto! Después lo remediaré. -íAy! íAy! Abyssus abyssum invocat! (íUn abismo llama a otro abismo!) >>Y si uno se hubiese dejado vencer por el demonio? Atención, no hay que dar el (**Es12.476**))
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