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Pero muchos dicen: -íEstando en la Congregación
ni siquiera se puede ir a casa a ver a los
parientes y amigos! ->>Qué parientes y qué amigos?
Estos son aquéllos de los que debemos guardarnos
más, cuando se trata de la vocación. Decía san
Alfonso: Parentes hostes animae sunt. Y aún los
que tienen buena intención, muchas veces, con sus
consejos, ponen delante las mayores dificultades a
quien quiere entregarse del todo a Dios. -Nosotros
hemos hecho mucho por ti, es justo que ahora tú
nos ayudes; y además está escrito: honra al padre
y a la madre. -Santo Tomás contesta que en el
asunto de la vocación los padres no nos comprenden
y son nuestros enemigos. In negotio vocationis
parentes amici non sunt, sed inimici. Y dijo esto
al explicar aquel texto del Evangelio: Inimici
hominis domestici eius. Los de casa buscan las más
de las veces quae sua sunt, non quae Jesu Christi
(lo suyo, no lo de Jesucristo). Hablan de los
intereses terrenos, piensan y aspiran a las
comodidades de la tierra.
Irá un pariente a ver a un religioso y le dirá:
->>Por qué estarte aquí? Podrías ir a casa con
tu padre, con tu madre, que tanto te quieren; en
tu pueblo podrías encontrar un empleo más
lucrativo; >>y no se podría también hacer un gran
bien en la diócesis?
Y se oyen palabras similares hasta a personas
de consideración y de buena fe, pero que no
entienden nada de vocación. >>Pero qué casa? >>Qué
casa? También yo he ido a casa, he estado un día o
dos, hice lo que tenía que hacer, y después volví
al Oratorio. Y los parientes me dicen:
-Podrías quedarte un poco más; ítambién aquí
hay muchachos que necesitan ser educados!
Pero yo contesto: -Mi deber me llama al
Oratorio. Si aquí hay muchachos que necesitan ser
educados, supliré de alguna otra manera, también
por medio de otros; pero, íyo tengo que estar
donde Dios me ha colocado!
En esto debemos hacer como el divino Salvador,
cuando, a la edad de doce años, lo perdieron su
madre ((**It12.562**)) María
y su padre putativo José. >>Es que ellos no le
querían con toda su alma? íCuánto lo buscaron,
cuánto lo lloraron! Y cuando, al cabo de los tres
días, le encontraron en el templo, le dijeron:
->>Y por qué te has hecho buscar tanto tiempo:
>>No sabes lo afligidos que te buscábamos?
A lo que Jesús les respondió:
->>Por qué me buscabais? >>No sabíais cuál era
la voluntad de mi Padre? Quid me quaerebatis?
Nesciebatis quia quae Patris mei sunt, in iis
oportet me esse?
Así tenemos que responder nosotros a quien nos
quisiere apartar del estado, del lugar en el que
el Señor nos quiere.
->>No sabéis que yo debo hacer la voluntad de
mi Padre Celestial? >>No sabéis que yo debo pensar
en las cosas que atañen a la mayor gloria de Dios
y no a mi padre o a mi madre?
María Santísima se calló al oír esta respuesta,
dice el Evangelio, y grabó hondamente estas
palabras en su corazón para poderlas meditar.
Un día predicaba Jesús a una gran masa de
pueblo y fueron a verle su Madre y sus hermanos, o
primos, para hablarle y El no les hacía caso.
María Santísima no pudo acercarse a El, y le mandó
recado. Entonces alguien le tiró del manto y le
dijo:
-Mater tua et fratres tui quaerunt te.
->>Y quién es mi madre, quiénes mis parientes?
Y tendió las manos hacia la muchedumbre que lo
rodeaba, exclamando:
-En verdad os digo que todos los que oyen la
palabra de Dios, y la practican, son mi madre y
mis hermanos.
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