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muy benévolo y sensato, entretenido en observarme
a mí y a los demás. Me acerqué a él y le pregunté:
-Dígame, buen hombre, >>qué es lo que estoy
viendo?, porque no entiendo nada. >>Dónde estamos?
>>Quiénes son esos trabajadores? >>De quién es
este campo?
-íOh!, me respondió el desconocido; ívaya unas
preguntas que me ha hecho! >>Usted es sacerdote y
desconoce estas cosas?
-Pero, vamos, dígame, le repliqué. >>A usted le
parece que estoy soñando o despierto? Porque a mí
me parece que estoy soñando y no creo posibles las
cosas que estoy viendo.
-Posibilísimas, mejor dicho, reales, y a mí me
parece que usted está completamente despierto.
>>No se da cuenta? Habla, ríe, bromea.
-Sí, pero hay algunos, añadí, a quienes les
parece que en el sueño hablan, oyen, trabajan,
como si estuviesen despiertos.
-No, no, deseche esa idea; usted está aquí en
cuerpo y alma.
-Bien, sea como dice; y, puesto que estoy
despierto, dígame de quién es este campo.
-Usted ha estudiado latín, continuó el anciano;
>>cuál es el primer nombre de la segunda
declinación que ha estudiado en el Donato? 1 >>Se
acuerda aún?
-Sí que lo recuerdo, pero >>qué tiene que ver
esto con lo que le he preguntado?
-íMuchísimo!, replicó el desconocido. Diga,
pues, el primer nombre que se estudia en la
segunda declinación.
-Es Dominus.
->>Y cómo hace el genitivo?
-Domini.
-Bien, muy bien, Domini; este campo, pues, es
Domini, del Señor.
-Ya comienzo a entender algo, exclamé.
Estaba maravillado de la manera de proceder de
aquel anciano.
Entretando vi a varias personas que llegaban
con sacos de trigo para ((**It12.43**))
sembrarlo y a un grupo de campesinos que cantaban:
Exit, qui seminat, seminare semen suum. (Salió el
sembrador a sembrar su simiente).
A mí me parecía un crimen arrojar aquella
simiente y hacerla pudrir bajo tierra. íEra un
trigo tan magnífico!
->>No sería mejor, decía para mí, molerlo y
hacer con él pan o pastas?
Pero después pensé:
-Quien no siembra, no recoge. Si no se arroja a
la tierra la semilla y ésta no se pudre >>qué se
recogerá después?
Mientras tanto vi salir de todas partes una
cantidad extraordinaria de gallinas que se metían
en el sembrado para comerse el trigo que los otros
habían arrojado como simiente.
Y el grupo de los cantores prosiguió cantando:
Venerunt aves caeli, sustulerunt frumentum et
reliquerunt zizaniam. (Vinieron las aves del
cielo, se llevaron el trigo y dejaron la cizaña).
Yo di una mirada a mi alrededor y observé a los
clérigos que estaban conmigo. Uno, con los brazos
cruzados, miraba a los demás con fría
indiferencia; otro charlaba con los compañeros;
algunos se encogían de hombros, éste miraba al
cielo, aquél reía
1 Donato, así se llamaba al libro de Gramática
Latina, por un tal Donato, célebre autor de
gramática en el siglo V. (N. del T.)(**Es12.46**))
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