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CAPITULO XIX
MOLESTIAS DE LA PRENSA
AUNQUE las molestias de los periódicos, miradas a
distancia, parecen en general cosas de poca monta,
sin embargo en realidad no fue así de ningún modo
para quienes les tocó aguantarlas. También afligió
a don Boso esta clase de tribulaciones, casi hasta
el término de su vida. Es verdad que nunca quedó
mellado en modo alguno su buen nombre, antes, al
contrario, siempre se cumplió lo de que quien
escupe al cielo en su daño se vuelve; pero no cabe
duda que, como sacerdote y como padre de una
familia tan grande y tan digna, se sentía herido
en lo más vivo y hondo de su alma, ante la
maledicencia de la prensa.
Siguiendo el orden cronológico, escarbaremos
primero en la hojarasca de un periodicucho
humorístico, que se publicaba en Turín los martes,
jueves y viernes. Se titulaba II Ficcanaso (El
Buscavidas); y bien que mal, pero más mal que
bien, ejercía su oficio de meter la nariz en los
asuntos ajenos. Como es lógico, con tal ralea de
intrigantes, le venían frecuentes accidentes
profesionales, es decir, embargos, pleitos,
suspensiones; pero estos casos, en fin de cuentas,
producían señaladas ventajas, porque le
proporcionaban nombradía y atraían la curiosidad
en torno a él. Por desgracia era de un espíritu
volteriano, del que hacía gala; pero ícuántos se
echan a las espaldas los escrúpulos, cuando se
trata de panfletos humorísticos, como si las ganas
de reír a carcajadas justificaran el entregarse a
tan detestables lecturas! ((**It12.543**))
Efectivamente, este periodicucho alardeaba de una
tirada muy superior a la de otras publicaciones
periódicas de verdadero mérito, y el ser anunciado
por las calles de la ciudad con su nombre,
apellido y todo lo demás, era como en otro tiempo
ser arrastrado por la ciudad en coche de lujo con
cuatro caballos.
En 1876 ese periodicucho tuvo que suspender la
publicación en razón de una de sus acostumbradas
aventuras, pero la reanudó muy pronto precisamente
el día dedicado a san José. Pues bien, he aquí que
en el nuevo programa figuraba el propósito de
perseguir a don Bosco; en efecto, en el breve
período de pocos meses le asestó sus tiros tres
veces. A su estilo declaró sin rebozo a los
lectores su malvada
(**Es12.459**))
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