((**Es12.446**)((**It12.526**))
Queridísimo Rúa:
Partieron los misioneros camino de S.
Pierdarena; yo lo haré mañana a la misma hora, las
diez de la mañana.
Todo salió bien. Hoy tengo que visitar la casa,
que el Padre Santo quiere poner a nuestra
disposición. El martes, Dios mediante, estaré en
Turín; tendrás carta desde Génova. Don Antonio
Sala saldrá conmigo. En Albano, Ariccia y Magliano
queda todo normalizado y bien encaminado. Valete
in Domino y valedic. Amén
Afmo. amigo
JUAN BOSCO, Pbro.
Los misioneros fueron recibidos y tratados
fraternalmente en Sampierdarena, con cantos,
músicas y poesías; no se omitió nada para
alegrarlos; por eso no acababan de dar gracias al
director don Pablo Albera, digno hijo de don
Bosco, que tan bien imitaba al Padre. Se
necesitaron dos largas jornadas de trámites para
el embarque y facturación de equipajes. Don Bosco
los acompañaba a todas partes. <<íPobre don
Bosco!, exclama don Francisco Bodrato, en su carta
a don Julio Barberis. Lleva ocho días de viaje y
sin descansar apenas>>.
Los expedicionarios se dividieron en dos
grupos. Los destinados a Buenos Aires embarcaron
en Génova el día 14 con don Francisco Bodrato al
frente; y los destinados a Montevideo partieron,
más tarde, para Burdeos guiados por don Luis
Lasagna. Los primeros eran catorce. El Siervo de
Dios subió con ellos a bordo del Savoie, vio de
nuevo al capitán Guiraud, que le prodigó un sinfín
de atenciones y le habló del felicísimo viaje del
año anterior con los de la primera expedición.
Visitó detalladamente los camarotes de todos, para
asegurarse de que no faltaba nada de lo necesario;
y presentó después al capitán las más tiernas
recomendaciones. Un vendedor de biblias
protestantes, que se había colado en cubierta y
empezaba a buscar camorra con don Bosco, fue
expulsado al momento por orden severa del capitán.
Para animar a sus hijos, el Beato aceptó la
invitación del mismo y almorzó con ellos,
dirigiendo la palabra ora a uno ora a otro. Estuvo
dos horas a bordo. Llegado el momento de la
separación, ((**It12.527**)) los
juntó a su alrededor, volvió a recomendarles que
trabajaran únicamente para la gloria de Dios, la
salvación de las almas y el triunfo de la Iglesia
y de la santa religión católica, apostólica,
romana, y los bendijo diciendo:
-Id, no temáis, Dios está con vosotros, María
os protegerá.
Cuando descendió, le siguieron con los ojos y
con el corazón hasta que desapareció de la vista.
A las dos de la tarde, zarpaba el barco
(**Es12.446**))
<Anterior: 12. 445><Siguiente: 12. 447>