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quedará en Montevideo, capital de Uruguay. En
aquella ciudad no hay Seminario, ni Obispo
ordinario, ni clero. Se abrirá en Villa Colón un
colegio que Vuestra Santidad se dignará aceptar se
llame Colegio Pío.
-Sí, respondió con alegría, conforme. Estuve en
esta ciudad: he visto aquellos lugares. Hay allí
muchos italianos, cuyos hijos necesitan educación
cristiana y sana instrucción. íMucha mies, mucha
mies!
-Estos últimos son los destinados a Albano.
-También encontraréis mies abundante en Albano;
pero la población es buena y religiosa, podréis
ejercer vuestro celo y vuestra caridad con
provecho, íque Dios os acompañe!
Terminó la vuelta, durante la cual dijo a cada
uno unas palabras en el momento de dar a besar la
mano, volvió junto a los Cardenales y, agitando
con aire juvenil su bastoncito con la izquierda,
dijo a los misioneros estas palabras:
-Me llena de gozo esta nueva expedición de
salesianos. Que Dios os bendiga y la Santísima
Virgen os proteja. Con la santa ayuda de Dios
haréis mucho bien. Se cuenta de san Francisco
Solano que recorrió toda América a pie de un cabo
a otro. Naturamente esto no pudo suceder. Imagino
que los ángeles del Señor le llevarían por un
camino tan largo y cansado. Yo no digo que
vosotros tengáis que recorrer América de uno a
otro cabo; lo que sí puedo aseguraros es que, con
la ayuda de Dios, podréis hacer mucho bien. >>Y
quién sabe cuán extensos serán los lugares y cuán
abundante la mies, que Dios os está preparando?
Esforzaos únicamente por corresponder a los
bondadosos cuidados de la divina Providencia y no
dudéis de que vuestros trabajos producirán muchos
frutos. Pido a Dios que os conceda firmeza en
vuestros buenos propósitos. Dios ((**It12.521**)) os
bendiga a todos y vuestro Angel Custodio os
acompañe por tierra, por mar, en el trabajo y
siempre. Dios os bendiga a vosotros, a vuestra
misión, a los que ya están en América; bendiga al
Obispo de Buenos Aires, al Vicario Apostólico de
Montevideo; bendiga a todos vuestros parientes,
amigos y bienhechores. Bendigo además vuestras
medallas, rosarios y crucifijos y ruego a Dios que
os bendiga en la vida y que haga a todos un día
felices en la eterna bienaventuranza.
Después concedió la bendición apostólica con
indulgencia plenaria para todos los parientes,
afines y consanguíneos de los misioneros hasta el
tercer grado incluido. Cuando el Papa acabo de
hablar, parecía visiblemente conmovido; luego,
abierto el rostro a su habitual hilaridad,
acompañado por los personajes de su séquito, pasó
a otra sala. Los misioneros estaban allí estáticos
y arrobados al cielo, como los
(**Es12.441**))
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