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Ahora falta todavía una cosa. Sí, falta una
cosa antes de que vayáis a aquellas lejanísimas
tierras. >>Qué falta? Falta ir a Roma para recibir
la bendición especial del Supremo Jerarca de la
Iglesia, del Vicario de Jesucristo. Falta que
vayamos a postrarnos a los pies de este nuestro
incomparable Bienhechor, y escuchemos y ejecutemos
sus órdenes.
íSí! Llamo a Pío IX nuestro incomparable
bienhechor, porque habéis de saber, mis queridos
jóvenes, y deben saberlo todos, que Pío IX nos
quiere de una manera extraordinaria y no deja
pasar la menor ocasión para bendecirnos y
socorrernos. Tendría que deciros ahora quién es el
Papa, quién es Pío IX, pero no me aguanta la voz,
se conmueve demasiado el corazón cuando pienso en
la bondad del Pontífice de la Inmaculada, en esa
viva imagen de Jesucristo. En estos mismos días,
cuando se enteró de nuestra extrema necesidad para
preparar el equipo de los misioneros y los grandes
apuros en que nos encontrábamos, buscó lo que
había de valor en su escritorio, encontró cinco
mil liras y las entregó inmediatamente al cardenal
Bilio para que las enviase, añadiendo:
-Decid a don Bosco que esto es poco para lo que
él necesita, pero que es todo lo que en este
momento posee un buen padre y se lo da a sus
amados hijos. El Señor no dejará de proveer lo que
todavía les falta. Por esto decía, y repito a
todos, que hay que bendecir y amar a este nuestro
insigne bienhechor, el Papa, y rezar por El.
Nosotros, pues, nos postraremos a ((**It12.517**)) sus
pies, le daremos las gracias y le diremos:
-íPadre Santo! íSomos vuestros amados hijos!
Bendecidnos.
Bendecidos por El, ya podéis marchar, hijos
míos.
Y ahora tendría que dirigirme a vosotros,
misioneros de la paz, y daros algunos recuerdos.
>>Qué recuerdos os voy a dar? Ya los recibieron en
parte los misioneros que salieron antes que
vosotros y están escritos; los habéis leído y
tendréis comodidad para volver a leerlos. Ya he
dado otros recuerdos en particular a cada uno,
para lo que privadamente os concierne. >>Qué otro
recuerdo se necesita ahora?
Estad seguros de que es el Señor quien os pide
este sacrificio. Estad seguros de que los trabajos
emprendidos en aquellos lugares, es el Señor quien
los quiere. Es realmente el Señor quien os envía.
>>Qué más se puede pedir? Y son tantos y tan
claras las señales de que es el Señor quien os
llama, que no cabe lugar a dudas. íNo, no temáis!
El Señor y la Santísima Virgen os tomarán de la
mano ellos mismos y os conducirán adonde mayor es
la necesidad y mayor bien podréis hacer.
Todos encontraréis vuestro puesto, porque se
necesitan clérigos para dar clase, asistir,
catequizar; se necesitan seglares para hacer
recados, llevar las cuentas; y se necesitan
camareros, porteros, hortelanos, pastores que
guarden el ganado, carpinteros, herreros, que lo
hagan todo donde todo falta. Estad tranquilos,
todos encontraréis vuestra porción.
No tengáis miedo; por otra parte no vais allá
como la primera vez a la ventura, sin conocer a
nadie, o sin saber en qué casa seréis recibidos.
Allí encontraréis ya a hermanos que os recibirán
con bondad. Encontraréis una casa preparada, con
cama, mesa y pan.
Tengo firme confianza de que, más pronto o más
tarde, todos podremos volver a vernos. Se tardan
pocos días en ir desde aquí a Argentina. Pero, si
por acaso sucediese que ya no nos pudiéramos ver
con alguno en esta tierra, nunca por eso ocurrirá
que, después de estos días de vida, no podamos
volver a vernos. Después estaremos ípara siempre
juntos en el cielo!
(**Es12.438**))
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