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Santo. Debemos mirar esto antes de dar ningún
paso; pues no vamos a discutir o sugerir, sino a
escuchar para después actuar.
Así, pues, resumiendo, hasta ahora todo
agradaba al Padre Santo, todo marchaba bien, según
monseñor Fiorani, y no hacía falta más que una
entrevista para acabar de entenderse; mientras
tanto, don Bosco podía llevar consigo a un
sacerdote, para asumir enseguida la dirección de
los Conceptinos; las cosas estaban claras y
llanas. Pero nada más llegar don Bosco a Roma en
enero de 1877 con un sacerdote salesiano para la
dirección de los Conceptinos, lo claro se puso
turbio y lo llano chocó con obstáculos de distinta
clase. Mas por ahora no queremos avanzar más allá
del año 1876 1; veremos el epílogo en el volumen
décimo tercero.
La actividad de este año despertó algún temor
en el ánimo de los más íntimos amigos de don
Bosco. >>No eran demasiadas las cosas que abarcaba
simultáneamente? El padre Segundo ((**It12.508**)) Franco
de la Compañía de Jesús, que era muy apreciado en
Turín y quería mucho a don Bosco, fue un día a
visitarlo con la intención de manifestarle la duda
de que la inauguración de tantas casas cada año
podía causar graves inconvenientes a su
Congregación. El Siervo de Dios, tan pronto como
lo vio, le miró con la sonrisa que solía asomar a
sus labios en ciertos momentos especiales, y, sin
darle tiempo a abrir la boca, le explicó los
graves motivos que le obligaban a emprender nuevas
fundaciones. Su interlocutor quedó maravillado y
sin palabra, convencido de que don Bosco había
leído en su corazón. Narrando después a don Juan
Bautista Francesia el hecho, concluía:
-íExactamente lo mismo que le sucedió a san
Ignacio de Loyola!
1 Con fecha 9 de marzo de 1864, había recibido
don Bosco del padre Capuchino Angel M. del Tufo,
Director a la sazón de los Conceptinos, una carta
muy útil para conocer más a fondo al Instituto; la
publicamos en el Apéndice, doc. n.° 47.
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