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Con estas palabras quiso significar que, para
dar comienzo a su obra, tenía que hacerse dueño de
la casa.
La obra parecía nacida con buena estrella. A
mediados de diciembre las escuelas Dupraz, como se
convino en llamarlas, tenían tres clases diurnas
con ciento veinte alumnos, de ocho a dieciséis
años, los más pobres del pueblo; y tres clases
nocturnas para adultos. Estos llegaban al centenar
y estaban repartidos en tres grupos según la edad:
de los dieciséis a los veinte años, de los veinte
a los treinta y ((**It12.493**)) de los
treinta a los cincuenta. El oratorio festivo
reunía a no menos de doscientos muchachos 1.
íLástima que una obra tan bien encaminada no
tuviera larga vida! Don Bosco, en una de sus
visitas, durante una recepción en casa del
Comendador, soltó como al desgaire la observación
de que las ofrendas, si se hacían de corazón,
hacían florecer sus obras. La indirecta iba para
la inteligente señora, excesivamente apegada a sus
haberes; pero ella prestó oídos de mercader. Esta
actitud fue el motivo principal de que, a los tres
años, hubiera que cerrar la casa. Y como es muy
probable que nos falte ocasión propicia en otro
lugar, ofreceremos aquí a nuestros lectores la
importante carta que el Beato escribió a don Luis
Guanella en abril de 1877 para darle normas de
dirección.
Queridísimo don Luis:
He recibido varias veces sus cartas y siempre
me han causado gran alegría.
Doy gracias al Señor, que en tan breve tiempo
nos ha ayudado a hacer lo que se ha hecho y que
espero aumentará en adelante.
Ya que no puedo verle ni hablarle a menudo, le
envío algunas de las normas que acostumbro dar a
los Directores de nuestras casas.
1.° Vigilar la moralidad de los salesianos y la
de los alumnos a ellos confiados. Procurar
llamarlos para el coloquio mensual y que cada uno
haga el ejercicio de la buena muerte una vez al
mes.
2.° Age quod agis. Todos los demás asuntos son
secundarios, si se olvidan las cosas eternas;
ocuparse, además, en perfeccionar las cosas,
nuestros asuntos, las personas, y ayudarlas hasta
donde sea posible en las penas y enfermedades.
3.° Organizar la administración material de
modo que cada casa viva con sus propios recursos;
es más, si es posible, enviar alguna ayuda a la
Casa Madre, que ha de cubrir muchos gastos para el
sostenimiento del conjunto de la Congregación.
4.° Preparar los sermones, escribirlos, ayudar
a los salesianos en sus estudios, suministrando o
indicando los libros oportunos.
5.° Leer, meditar, practicar y hacer que los
otros practiquen las Reglas de la Congregación.
Haga cuanto pueda para dar curso y cumplimiento
a estas sugerencias amistosas.
1 Unit… Cattolica, 1876, n.° 296 (22 de
diciembre).
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