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el Cardenal escribió a don Celestino una carta que
debió alegrar mucho al Beato y conviene
transcribir aquí íntegramente.
Rvmo. Señor:
No le parecerá mal recibir noticias mías sobre
el profesor don José Daghero y el maestro clérigo
Blas Giazomuzzi. Por las continuas relaciones que
mantengo con el Delegado Provincial y con el señor
Rector del Seminario, sé que ellos se portaron muy
bien; estoy contentísimo y vuelvo a agradecérselo
de corazón al Rvmo. don Bosco y a V. S., que me
los han proporcionado. También ellos, según han
escrito, están satisfechos del Seminario y de la
ciudad y, a su vez, también el Seminario y los
ciudadanos están plenamente contentos con ellos.
Sean dadas gracias a Dios nuestro Señor; tal vez
el corto número de alumnos de este año no
corresponda a su gran celo; pero espero que la
prueba de este año hará aumentar los alumnos.
Estos dos maestros no sólo favorecen al Seminario
con sus lecciones, sino que también sirven de
edificación a toda la ciudad con su buen ejemplo,
y por ello deseo que Giacomuzzi sea promovido
pronto a las órdenes ((**It12.492**))
sagradas; cuando V. S. crea oportuno hablar de
ello a don Bosco, yo estaré bien dispuesto a
ordenarle.
Acepte los sentimientos de mi sincera gratitud,
mientras con la mayor estimación me suscribo,
De V. S. Rvma.
Afmo. en Jesucristo
Card. LUIS BILIO
Obispo de Sabina.
Volvamos al Piamonte. En Trinit…, cerca de
Mondoví, el comendador Dupraz y su esposa
removieron cielos y tierra para que los hijos de
don Bosco fueran allí, donde ellos tenían su casa
de campo veraniega. Se calculaba que habría
dificultades por parte de las autoridades civiles
y de la población, algo fría en la práctica
religiosa. Una vez obtenido el cordial
consentimiento del Obispo, don Bosco pensaba ir,
pero quería proceder poco a poco; primero con un
simple oratorio festivo, después añadir algo de
escuela, hasta tener unas escuelas organizadas y,
por último, dar albergue a algún niño de los más
necesitados y así gradualmente ir creando un
internado, sin que en un principio se pudiese
traslucir nada de todo este plan. Los comienzos
fueron bastante prometedores; pero la prosecución
no fue tan feliz. Se abrió la casa en el mes de
noviembre en un local cedido para su uso por el
Comendador y bajo la dirección de don Luis
Guanella. Fue don Bosco, acompañado por don
Celestino Durando, para inaugurar el oratorio
festivo. Se mostraba contento y descontento a la
par. Llegó allí la víspera y entró en la casa.
Después de unos momentos de ceremoniosos cumplidos
por parte de los señores, sacó el bonete y dijo:
-Ahora me calo el bonete.
(**Es12.418**))
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