((**Es12.411**)
carecía totalmente de los medios materiales
indispensables para ayudar a las almas. Diremos
más: él encontraba una tercera ventaja. En efecto,
la Marquesa quería que todo se hiciera con el
mayor sigilo, de modo que no se echara de ver que
ella había llamado a los salesianos, lo cual
permitía a don Bosco más libertad de acción. Fue
constante en el Siervo de Dios el cuidado de
establecer sus obras de manera que no hubiese en
ellas trabas de ninguna clase; por tanto, nada de
entes morales, comisiones administrativas, ni
injerencia de particulares, aun cuando fuesen
bienhechores. Trazó, pues, la contestación de esta
manera: 1.° que él no tenía dificultad en aceptar;
2.° que su intención era la de comenzar con el
oratorio festivo, tras el cual vendrían poco a
poco las escuelas y el internado; 3.° que en
cuanto a los medios de subsistencia, se buscaba
únicamente lo necesario para vivir. Pero el Beato
no vio con sus propios ojos ninguna de las obras;
sus hijos no pusieron pie ni en Bolonia ni en
Módena, sino después de la muerte del Padre.
((**It12.484**)) El
Obispo de Saluzzo fue personalmente al Oratorio
para ofrecer a don Bosco el Instituto Gianotti,
existente en aquella ciudad.
Ya había carteo entre los dos sobre este asunto;
en la entrevista quedaron de acuerdo en que don
Bosco redactaría un proyecto de convenio, que
sirviera de base para ulteriores conversaciones.
Cuando el Siervo de Dios leyó ante el Capítulo
los artículos de los pactos y de las condiciones,
los Superiores admiraron su prudente perspicacia;
a primera vista se habría dicho que en ellos
únicamente se tenían en cuenta los intereses de
las personas que entonces estaban al frente de la
dirección del Instituto; pero, bien considerados
los términos, se descubría la agudeza de don Bosco
al insertar en ellos ciertos incisos fáciles a
pasar inadvertidos en una somera lectura, pero
aptos para garantizar a los salesianos de
eventuales sorpresas. Debido, al parecer, al
Ayuntamiento, los planes del Obispo se quedaron
sobre el papel.
También en San Remo, la agradable ciudad de las
costas de Liguria occidental, hubo quien se acordó
de don Bosco. En el mes de julio había ido allí
don Julio Barberis, maestro de novicios, para
asistir a la profesión religiosa de una tía suya,
religiosa en el convento de la Visitación. Las
religiosas de la Visitación tenían como director
espiritual al sacerdote don Lucas Calvi, antiguo
compañero de don Bosco en la Residencia Sacerdotal
de Turín. Esta circunstancia hizo que don Julio
Barberis trabara con él alguna amistad. Se
lamentaba don Lucas Calvi de que en toda Liguria,
salvo en Sampierdarena, no hubiera ninguna casa
donde recoger a los muchachos desamparados; dijo
que
(**Es12.411**))
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