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por la filoxera arruina toda una viña. Después, de
una viña se extiende a las más próximas y de éstas
a otras, de forma que de una región pasa a una
provincia y de ésta a un reino y así
sucesivamente. >>Quieres saber, pues, la única
manera que hay para cortar el mal en su principio?
Apenas aparece la filoxera sobre una planta, hay
que arrancarla con precaución y cortar todas las
que la rodean y arrojarlas a las llamas. Si la
infección fuese general en toda la viña, hay que
arrancar todas las plantas y reducirlas a cenizas
para salvar las viñas próximas. Sólo el fuego
puede acabar con semejante enfermedad. Por eso,
cuando en una casa se manifieste la filoxera de la
oposición a la voluntad de los superiores, el
descuido altanero de las santas ((**It12.479**))
Reglas, el desprecio a las obligaciones impuestas
por la vida común, tú no debes contemporizar; no
dejes ni siquiera los cimientos de aquella casa;
rechaza a sus miembros, sin dejarte vencer por una
perniciosa tolerancia. Lo mismo harás con los
individuos. A veces te parecerá que un individuo
aislado pueda sanar y volver de nuevo al buen
sendero; o tal vez sentirás castigarlo por el amor
que le profesas, por alguna especial habilidad que
posee o por su ciencia que te parece prestigiar a
la Congregación. No te dejes llevar por semejantes
reflexiones. Personas de esta índole, difícilmente
cambiarán de manera de ser. No digo que su
conversión sea imposible; pero me atrevo a
sostener que es muy rara una rectificación, tan
rara que esta posibilidad no debe ser suficiente
para inclinar a los superiores a una sentencia
benigna. Algunos, se dirá, se portarán aún peor en
medio del mundo. Allá ellos; que carguen con el
peso de su manera de proceder, pero que no sea tu
Congregación la que sufra las consecuencias de su
conducta.
->>Y si en realidad, conservándolos en la
Sociedad, se pudiese atraerlos al bien con la
tolerancia?
-Esta suposición es falsa. Es mejor despedir a
uno de estos soberbios que retenerlo con la duda
de que pueda continuar sembrando cizaña en la viña
del Señor. No olvides esta máxima; ponla
decididamente en práctica siempre que sea
necesario; habla de esto a tus directores en tus
conferencias y que éste sea el tema que comentes
en la clausura de los ejercicios.
-Sí, lo haré. Gracias por tus avisos. Pero
ahora, dime: >>quién eres tú:
->>No me conoces ya? >>No recuerdas cuántas
veces nos hemos visto:
Mientras el desconocido hablaba de esta manera,
todos los presentes sonreían.
Entretanto sonó la señal para levantarse y don
Bosco se despertó.
(**Es12.407**))
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