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((**Es12.400**) espléndidas, símbolo de la caridad; jazmines, claveles, lirios, violetas, siemprevivas, girasoles y un sinnúmero de flores representando, cada una, una virtud. -Ahora, presta atención, me dijo el guía. Y desapareció el jardín y sentí un fuerte ruido. ->>Qué sucede? >>De dónde viene ese ruido? -Vuélvete y observa. Me volví, y un espectáculo inaudito: un carro de forma cuadrada tirado por un cerdo y por un sapo de enorme tamaño. -Acércate y mira dentro. Me adelanté para examinar el contenido del carro. Estaba lleno hasta rebosar de los animales más asquerosos: cuervos, serpientes, escorpiones, basiliscos, babosas, murciélagos, cocodrilos y salamandras. Yo no pude soportar aquel espectáculo y mientras, horrorizado, volví la mirada, por el mal olor que despedían todos aquellos bichos asquerosísimos, sentí como un estremecimiento y me desperté, percibiendo aún durante un buen espacio de tiempo aquel mismo hedor; mi imaginación seguía tan turbada por cuanto había visto, que, pareciéndome que todavía tenía delante de los ojos aquellas alimañas, no pude descansar en toda la noche. Don Juan Bautista Lemoyne, atento únicamente al sueño, no se preocupó de escribir la segunda parte del sermón, que encontramos, por el contrario, resumida por don Julio Barberis de la siguiente manera: Pasando ahora a dar algún recuerdo especial que sirva para este curso, he aquí cuál sería: buscar todos los medios para guardar la virtud reina, la virtud que guarda todas las otras; pues si la tenemos, nunca estará sola, sino que tendrá como cortejo a todas las demás; y si la perdemos, las otras no existen o se pierden al poco tiempo. Amad esta virtud, amadla mucho y no olvidéis que para conservarla hay que trabajar y orar: non eicitur nisi in oratione et ieiunio. Sí; oración y mortificación en las miradas, en el descanso, en la comida y especialísimamente en el vino, no buscar comodidades para nuestro cuerpo, antes al contrario, casi diría, maltratarlo. No tenerle más miramientos que los necesarios, cuando lo reclama la salud; entonces, sí; hay que dar al cuerpo lo estrictamente necesario y no más, porque dice el Espíritu Santo: Corpus hoc quod corrumpitur aggravat animam. >>Sí? >>Qué hacía entonces san Pablo? Castigo corpus meum et in servitutem redigo, ut spiritui inserviat. Recomiendo aquí lo que recomendé en la otra tanda de ejercicios, esto es: OBEDIENCIA, PACIENCIA, ESPERANZA... ((**It12.471**)) La otra cosa es la humildad que debemos esforzarnos por poseer e inculcar en nuestros jóvenes y en todos, virtud que ordinariamente se califica como fundamento de la vida cristiana y de la perfección. Una cosa que alguna vez se dice, pero que yo no quisiera que se hiciese jamás, es ésta: hacer las cosas sólo para agradar a don Bosco. No, queridos míos, no os preocupéis por agradarme a mí, sino por agradar al Señor. íPobrecitos! >>Qué premio podría daros yo, si sólo buscáis agradarme a mí? Podría daros mis miserias. Poned todo vuestro empeño en agradar a Dios, y si alguna vez se os confiara algún cometido que (**Es12.400**))
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