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espléndidas, símbolo de la caridad; jazmines,
claveles, lirios, violetas, siemprevivas,
girasoles y un sinnúmero de flores representando,
cada una, una virtud.
-Ahora, presta atención, me dijo el guía.
Y desapareció el jardín y sentí un fuerte
ruido.
->>Qué sucede? >>De dónde viene ese ruido?
-Vuélvete y observa.
Me volví, y un espectáculo inaudito: un carro
de forma cuadrada tirado por un cerdo y por un
sapo de enorme tamaño.
-Acércate y mira dentro.
Me adelanté para examinar el contenido del
carro. Estaba lleno hasta rebosar de los animales
más asquerosos: cuervos, serpientes, escorpiones,
basiliscos, babosas, murciélagos, cocodrilos y
salamandras. Yo no pude soportar aquel espectáculo
y mientras, horrorizado, volví la mirada, por el
mal olor que despedían todos aquellos bichos
asquerosísimos, sentí como un estremecimiento y me
desperté, percibiendo aún durante un buen espacio
de tiempo aquel mismo hedor; mi imaginación seguía
tan turbada por cuanto había visto, que,
pareciéndome que todavía tenía delante de los ojos
aquellas alimañas, no pude descansar en toda la
noche.
Don Juan Bautista Lemoyne, atento únicamente al
sueño, no se preocupó de escribir la segunda parte
del sermón, que encontramos, por el contrario,
resumida por don Julio Barberis de la siguiente
manera:
Pasando ahora a dar algún recuerdo especial que
sirva para este curso, he aquí cuál sería: buscar
todos los medios para guardar la virtud reina, la
virtud que guarda todas las otras; pues si la
tenemos, nunca estará sola, sino que tendrá como
cortejo a todas las demás; y si la perdemos, las
otras no existen o se pierden al poco tiempo.
Amad esta virtud, amadla mucho y no olvidéis
que para conservarla hay que trabajar y orar: non
eicitur nisi in oratione et ieiunio. Sí; oración y
mortificación en las miradas, en el descanso, en
la comida y especialísimamente en el vino, no
buscar comodidades para nuestro cuerpo, antes al
contrario, casi diría, maltratarlo. No tenerle más
miramientos que los necesarios, cuando lo reclama
la salud; entonces, sí; hay que dar al cuerpo lo
estrictamente necesario y no más, porque dice el
Espíritu Santo: Corpus hoc quod corrumpitur
aggravat animam. >>Sí? >>Qué hacía entonces san
Pablo? Castigo corpus meum et in servitutem
redigo, ut spiritui inserviat.
Recomiendo aquí lo que recomendé en la otra
tanda de ejercicios, esto es: OBEDIENCIA,
PACIENCIA, ESPERANZA...
((**It12.471**)) La
otra cosa es la humildad que debemos esforzarnos
por poseer e inculcar en nuestros jóvenes y en
todos, virtud que ordinariamente se califica como
fundamento de la vida cristiana y de la
perfección.
Una cosa que alguna vez se dice, pero que yo no
quisiera que se hiciese jamás, es ésta: hacer las
cosas sólo para agradar a don Bosco. No, queridos
míos, no os preocupéis por agradarme a mí, sino
por agradar al Señor. íPobrecitos! >>Qué premio
podría daros yo, si sólo buscáis agradarme a mí?
Podría daros mis miserias. Poned todo vuestro
empeño en agradar a Dios, y si alguna vez se os
confiara algún cometido que
(**Es12.400**))
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