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((**Es12.397**) Entonces el desconocido, que me había guiado y me había aconsejado lo que tenía que hacer, tomó de nuevo la palabra y me dijo: -Mira, observa; ahora de momento no comprenderás todo cuanto te voy a decir, pero, presta atención: todo cuanto has visto es la mies preparada para los salesianos. >>Has visto qué campo tan inmenso por cultivar? Pues esta extensión sin límites ante la cual te encuentras es el campo reservado a tus hijos. Los salesianos que has visto son los operarios de esta porción de la viña del Señor. Muchos de los que trabajan en ella te son conocidos. El horizonte se dilata ante su vista y has visto aparecer ante ti mucha gente para ti desconocida; esto quiere decir que no solamente en este siglo sino también en el próximo y en los siglos futuros, los salesianos continuarán trabajando en su campo. Pero >>sabes con qué condiciones se podrá conseguir lo que has visto? Te lo voy a decir. Mira, es necesario que hagas imprimir estas palabras que serán como vuestro lema, como vuestra palabra de orden, vuestro distintivo. Nótalo bien: El trabajo y la templanza harán florecer a la Congregación Salesiana. Harás explicar estas palabras, las repetirás continuamente, insistirás en su significado. Harás imprimir un manual que las explique y haga comprender bien que el trabajo y la ((**It12.467**)) templanza son la herencia que dejas a la Congregación y, al mismo tiempo, su gloria. Yo le respondí: -Lo haré de mil amores; todo esto está muy de acuerdo con el fin que nos hemos propuesto; es lo mismo que recomiendo a mis hijos día a día y siempre que se me presenta la ocasión. ->>Estás, pues, bien persuadido de ello? >>Me has comprendido bien? Esta es la herencia que les dejarás y di, con toda claridad, que mientras sepan corresponder tendrán seguidores al mediodía, al norte, al oriente y al occidente. Ahora termina los ejercicios y encamínalos a su destino. Estos serán los modelos, después vendrán los otros. Y he aquí que aparecieron nuevamente los ómnibus para conducirnos a todos a Turín. Yo observaba atentamente y pude ver que eran unos vehículos sui generis, extraños a más no poder. Los nuestros comenzaron a subir a ellos; mas aquellos ómnibus no tenían apoyo por ninguna parte y yo me temía que los jóvenes se cayesen de ellos y no quería dejarlos partir. Pero el guía me dijo: -Deja, deja que marchen; no necesitan apoyo, basta que cumplan bien aquella máxima: Sobrii estote et vigilate. Si se pone bien en práctica esto, no hay peligro de caer, aunque no estén apoyados en nada y la carroza siga su marcha. CUARTA PARTE Partieron, pues, y yo me quedé solo con el desconocido. -Ven, me dijo inmediatamente; ven, quiero que veas lo más importante. Tendrás que aprenderlo bien. >>Ves allá aquel carro? -Sí, lo veo. ->>Sabes qué es? -No lo veo bien. -Si quieres verlo bien, acércate. >>Ves aquel cartelón? Acércate, obsérvalo bien; sobre él aparece un emblema; esto te lo explicará todo. Yo me acerqué y vi pintados en aquel cartelón cuatro clavos muy gruesos. Entonces me volví al guía para decirle: (**Es12.397**))
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