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volvió don Bosco a hacer el interrogatorio. Don
Julio Barberis observa en la crónica:
<>. Una vez leída la fórmula, pasaba
cada uno a firmar el consabido documento, y volvía
a la iglesia a colocarse en su sitio. Terminadas
las profesiones, pronunció don Bosco desde el
sillón una <>, dice Barberis, el
cual nos ha transmitido estos apuntes:
Un general de la armada disfruta cuando ve
crecer las filas de sus soldados, porque espera
vencer con ellos más fácilmente a sus enemigos,
sin tener nada que temer. También yo he gozado en
este momento al ver engrosar las filas de mis
hijos, con estos soldados que quieren luchar
contra el demonio; con estos soldados que me
ayudarán a destruir, hasta donde podamos, su reino
en esta tierra, y prepararse un hermoso trono en
el cielo.
>>Sabéis qué significa hacer los santos votos?
Significa haberse colocado ((**It12.452**)) en las
primeras filas de las milicias del Divino
Salvador, para combatir de todos modos bajo su
bandera.
Pero lo que yo quiero decir en este momento es
que no basta hacer los votos, sino que es preciso
esforzarnos por hacer lo que hemos prometido a
Dios con los santos votos.
Con los santos votos nos hemos consagrado
enteramente a El; no volvamos a tomar de nuevo lo
que una vez le hemos dado. Le hemos consagrado
estos ojos: déjense, pues, las lecturas inútiles o
indiferentes, las miradas vanas o malas. Hemos
consagrado completamente a Dios estos oídos: no
sigamos, por tanto, escuchando a quien murmura o
siembra el descontento, no deseemos ya más
halagos, o encontrarnos en aquellas
conversaciones, en aquellas reuniones, donde, si
bien no es malo lo que se dice, sin embargo es
completamente aseglarado y mundano. Hemos
consagrado al Señor esta lengua: por consiguiente,
lejos de nosotros las palabras mordaces o picantes
contra nuestros compañeros; no más contestaciones
a los Superiores, no más sembrar descontento; no,
ahora que se la hemos consagrado, no la manchemos
más, antes al contrario, dediquémosla totalmente a
cantar las alabanzas del Señor, a contar buenos
ejemplos, a alentar al bien de los demás. Hemos
consagrado a Dios esta garganta: lejos, pues, de
nosotros la excesiva exquisitez de los alimentos,
mucho cuidado con el vino, sin dejarnos arrastrar
por la gula para aceptar convites, bebidas o cosas
por el estilo. Hemos consagrado al Señor de una
manera particular estas manos; por consiguiente,
que no estén ociosas, que no les desagrade
prestarse para ocupaciones despreciables en
apariencia, con tal que todo sea para la mayor
gloria de Dios. Estos pies están enteramente
consagrados al Señor: aquí entro en un vastísimo
campo: no usemos estos pies para volver al mundo
que hemos abandonado.
Sí, es preciso que me detenga a tratar este
tema en este preciso momento. El Señor nos ha
concedido una gran gracia al llamarnos para
seguirle; este mundo es sumamente malo y
pervertidor. Sigamos, pues, la gracia y no
volvamos a pervertirnos. Vedlo, el Espíritu Santo
nos advierte claramente que el mundo descansa
completamente en el mal, mundus in maligno positus
est totus. Hagamos que estos pies no nos hagan
volver allá de donde hemos huido. El tropiezo
principal, la mayor dificultad que se encuentra es
con respecto a los padres. Pero el Señor dijo que
cuando éstos pusieran
(**Es12.384**))
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