((**Es12.382**)
de virtud y tenemos la firme esperanza de que el
Señor los tenga ya consigo; sin embargo, rogaremos
para este fin. El Señor se llevó al clérigo
Vallega, al clérigo Piacentino, a don César
Chiala, a don José Giulitto, y a Vigliocco en
estos últimos días. Todas las comuniones que se
reciban, el rosario y las demás prácticas de
piedad ofrézcanse mañana al Señor con este fin.
Los sacerdotes recomiéndenlos mañana en la santa
misa al Señor y así esperamos que, si tuviesen que
saldar todavía alguna cuenta con la Divina
Justicia, podrán ser librados mañana.
6.¦ noche. Quién es el sacerdote. No defraudar
a la Congregación.
Hoy se han hecho las peticiones para la emisión
de los santos votos. íQué hermoso y consolador es
consagrarse a Dios con voto! Pero aquí hay una
dificultad. Es la de aquellos que quieren
consagrarse a Dios de esta manera, pero piensan
todavía en su casa, piensan en los padres, y
piensan en las ganancias. íLejos de nosotros,
queridos míos, toda preocupación! El Señor, que
viste los lirios de los campos y alimenta a las
aves de los aires, no deja que le falte nada a
quien espera en El. Lo que debemos hacer es
entregarnos por entero al Señor, sin reserva
alguna. Que nadie diga:
-Si llego a ser sacerdote, profesor, iré,
vendré, ganaré, etc.
Quien tenga estas intenciones, no se haga
sacerdote. Sacerdote quiere decir ministro de Dios
y no negociante. El sacerdote debe trabajar por la
salvación de muchas almas y no pensar en que
marchen bien sus negocios temporales.
Y lo que nadie debe hacer es decir:
-Yo me quedo algún tiempo en la Congregación,
por ejemplo tres años.
-Este cometería un verdadero hurto ante el
Señor y ante la Sociedad. >>Vas a hacer gastar
dinero y trabajo por ti y después, cuando estés en
condiciones de recompensar de algún modo a la
Congregación por los gastos que hizo por tu
cuenta, tú la abandonas? Por ejemplo: uno que
estudia y es pobre y no puede hacer gastos. La
Congregación, con la firme esperanza de que
después vendrá en su auxilio de algún modo, le
hace progresar en los estudios con todos los
medios, le paga profesores, matrículas y tasas
para exámenes, hasta que llega a alcanzar la
licenciatura o el doctorado. Y he aquí que,
después de haber hecho nosotros tantos
sacrificios, ese tal dice:
-íYo no necesito ya a la Congregación!
Y se sale. No comprendo cómo pueda el tal vivir
con la conciencia tranquila ante Dios. Ha cometido
un verdadero hurto y no le puede quedar perdonado
el pecado, si no restituye. Por desgracia, hay
alguno entre nosotros que de vez en cuando llega a
este extremo de ingratitud. Pero yo dejo que
piense él en el estado de su conciencia. Aun
cuando los padres digan y repitan, y el párroco dé
seguridad y como cuando ((**It12.450**)) el
Obispo mismo le llame: pero ése no puede abandonar
de este modo la Congregación.
Hagamos, pues, lo que dice el Salvador: Ninguno
que pone su mano al arado y después mira hacia
atrás, es apto para el reino de los cielos. Animo,
pues, consagrémonos todos al Señor, pero
completamente, sin reservas.
Este último no es más que un descolorido
resumen de la plática de la sexta noche; nos
consta, en efecto, que el Beato reforzó sus
palabras con alusiones a cosas sucedidas y a
circunstancias del momento y que habló con tanta
fuerza que produjo honda impresión en todo
(**Es12.382**))
<Anterior: 12. 381><Siguiente: 12. 383>