((**Es12.374**)
El ordenando había recibido en diciembre el
subdiaconado, cuando de pronto se le declaró un
gran malestar al pecho, seguido primero de una tos
obstinada y después de hemoptisis. íFue como un
rayo en pleno día! Enviáronle a pasar el invierno
en Alassio; se repuso tanto que pudo volver a
Borgo para prepararse a recibir el presbiterado.
Celebró la primera misa el día de la solemnidad de
la Santísima Trinidad. Entre sus manuscritos
apareció una hojita que decía:
<>.
Mas, por desgracia, sus hermosas esperanzas y
las concebidas en torno a él muy pronto se
desvanecieron. Apenas había pasado un mes después
de los fervores de la ordenación sacerdotal,
cuando, en la misma capilla, donde habían resonado
las melodías de cien voces aclamando alrededor del
altar al nuevo levita, se oía el lúgubre canto del
Requiem y del Dies irae ante su féretro. Sufrieron
una gran pena todos los hermanos próximos y
lejanos. El recuerdo de sus santos ejemplos no se
borró de la memoria de cuantos le habían conocido;
los poquísimos ((**It12.440**))
sobrevivientes hablan todavía de él con sincera y
tierna admiración.
Hacía pocas semanas que le había precedido a la
tumba el sacerdote César Chiala, ya bastante
conocido por los lectores de estas Memorias.
En cierta ocasión dijo de él don Bosco a unos
sacerdotes salesianos: <> 1. Se hizo salesiano en
edad madura; pero conocía a don Bosco de mucho
tiempo atrás. Se hace mención de él en un
autógrafo del Siervo de Dios, donde están
registrados los nombres y la edad de los cien
jóvenes, que en 1850 llevó él desde Turín al
seminario menor de Giaveno para hacer los
ejercicios espirituales; en efecto, allí se lee
hacia la mitad de la hoja:
<>. Esto demuestra que
sus relaciones con el Beato duraban desde hacía
tiempo.
Nació de una familia distinguida en Ivrea en el
1837. Habiéndose trasladado con los suyos a Turín,
trabó amistad con don Bosco, cuando el oratorio
festivo errante acababa de plantar sus tiendas en
Valdocco. Acercarse a don Bosco y quererlo fue lo
mismo; por eso lo eligió como confesor y guía, y
ya no dio un paso en su vida sin antes oír su
consejo. A los 26 años era director del Real
Servicio Postal del Piamonte.
1 Crónica de don Julio Barberis, 11 de marzo de
1876.
(**Es12.374**))
<Anterior: 12. 373><Siguiente: 12. 375>